Lo único que hay dentro del Creador es amor. Pero, el Creador, dentro del deseo de recibir, creó condiciones que nos ayudan a comprender y alcanzar ese amor, pues es totalmente incomprensible para nosotros.
El amor es ajeno y poco claro para nuestro ego, va en contra de nuestra naturaleza. ¿Cómo es posible que cuando pruebo golosinas que tengo frente a mí, realmente pueda sentir al anfitrión en sus sabores? ¿cuál es la conexión entre uno y otro?
Es la esencia de la creación, “existencia de la nada” y dentro de ese “nada” hay algo de la “existencia”.
Por eso, de la nada, del deseo de recibir placer puedo llegar al superior. Es decir, de la impresión dentro del deseo de recibir placer, puedo llegar al amor, propiedad que está completamente desprendida en absolutamente todo en la creación.
De repente, como resultado de acciones y procesos dentro del deseo de recibir placer, sucede un milagro y alcanza la propiedad que pertenece a la naturaleza divina superior.
No es muy claro cómo las acciones de “dar-recibir” conducen al nacimiento del milagro llamado amor. El amor no tiene nada que ver con el deseo de recibir placer.
Cada vez y en cualquier peldaño, tenemos que reponer las acciones e impresiones que sentimos en el deseo de recibir placer para recogerlas y elevarlas, para lograr la propiedad del amor.
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