Deseo e intención

De acuerdo a la sabiduría de la Cabalá, inicialmente, solo existía el Creador—el deseo de otorgar y llenar. Para que Él pudiera realizar este deseo, creó el deseo de recibir, de ser cumplido. Éste es el asunto de la creación.

Como resultado, el universo entero consta de dos cualidades opuestas: el deseo de otorgar, de llenar, de amar, las cualidades del Creador, y el deseo de recibir, de llenarse solo a uno mismo incluso a expensas de los demás, las cualidades de creación.

El deseo de recibir no tiene que otorgar para cambiar y volverse similar al Creador. No puede emanar nada de sí mismo. Pero puede recibir para otorgar como lo comería un niño para complacer a su madre y aunque recibe físicamente en acción, en realidad está otorgando mientras actúa para complacerla. Hacemos lo mismo con respecto al Creador. 

Recibimos todo de Él, pero si nos restringimos y estamos de acuerdo en que recibiremos solo para traerle contentamiento, entonces nos convertimos en los otorgantes, iguales al Creador. Él nos otorga porque Él es la cualidad misma del otorgamiento, recibimos con la intención de traerle contentamiento, y entonces somos iguales a Él.

Recibimos todo de Él, pero si nos restringimos y estamos de acuerdo en que recibiremos solo para traerle contentamiento, entonces nos convertimos en los otorgantes, iguales al Creador. Él nos otorga porque Él es la cualidad misma del otorgamiento, recibimos con la intención de traerle contentamiento, y entonces somos iguales a Él.

Entonces, el Creador solo tiene el deseo de otorgar. La creación tiene tanto un deseo como una intención: el deseo de recibir y la intención «por mi propio bien» o «por el bien de los demás», incluyendo «por el bien del Creador».

Al alterar los deseos de uno de mayores a menores y las intenciones de uno «por el bien de uno mismo» o «por el bien de los demás», una persona puede elevarse o rebajarse en relación con el Creador, acercarse o alejarse de Él. En este caso, la intención cambia la esencia de la acción en sí. Ese es el punto de nuestra corrección.

No podemos cambiar la acción, pero al cambiar la intención de «por nuestro propio bien» a «por el bien de los demás», el significado de nuestra acción puede cambiar a lo opuesto y convertirse en otorgamiento en lugar de recepción. Si recibo del Creador para traerle contentamiento, entonces soy considerado el que le da placer, es decir, el otorgador.

Así es como comenzamos a entender nuestro trabajo: al combinar correctamente el deseo de recibir con la intención de otorgar, una persona se forma correctamente a sí misma, se ajusta en relación con el Creador. A esto se le llama trabajar en tres líneas.
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De KabTV’s»Conversación sobre el libro del Zohar»

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¿Puede alguien destruir su deseo?” (Quora)

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