El cálculo no es con el cuerpo, sino con el alma

Pregunta: Supongamos que surge una situación aguda en algún lugar cercano, en una ciudad, en un país y luego en todo el mundo ¿A cuál debo dirigir mi atención primero? Puedo ver las noticias de manera distante: «Ah, bueno, sí. Está explotando allí, dispararon allá. Mmh es malo para ellos».

Respuesta: El mundo aparece como un todo único y al mismo tiempo se ve muy claro la mano del Creador que lleva las almas a la corrección. Si, en aras de esta corrección, es necesario que hoy, por ejemplo, cien millones de personas perezcan en el mundo en un solo día, entonces perecerán.

En este tiempo, en algún lugar hay algún tipo de accidente y ya está. Pero antes, digamos, hace dos o tres mil años, los soldados del rey David combatían cuerpo a cuerpo. No había nada más: o te golpeo o me golpeas. Cuando iban a la guerra, los hombres daban el divorcio a su mujer, para que pudiera volver a casarse.

¿Cómo podía ser de otra forma? Me enfrento de tú a tú con el enemigo o tal vez no con uno, sino con varios que me atacan. Y con qué luchan: con espada y escudo, con lanza o maza, con lanza piedras o con hondas. Así que, durante la guerra, decenas de miles de personas morían al día.

Por eso, cuando se observa lo que ocurre en el mundo, se puede justificar todo lo que ocurre, porque al mismo tiempo se ve cómo el cálculo se hace no con los cuerpos, sino con las almas. Esto es lo primero. 

En segundo lugar, no es posible corregirlos de otro modo. Esto es lo mejor, el método óptimo para que se acerquen a lo espiritual, porque por el momento no pueden responder a los desafíos para corregirlos.

Pero cuando la gente ya está cerca de la corrección y no cae bajo las piedras de molino, bajo la fuerza de presión del desarrollo, realmente es una pena. Cuando tienen libre albedrío, es una pena. ¿Y qué van a hacer? Como resulta.

 

Cuando el hombre recibe El deseo de justificar al Creador

 

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