El centro de la extensión de la luz

laitman_2010-02-02_2054Vemos que la ciencia de la Cabalá se dirige y extiende por el mundo desde un centro o fuente.

En nuestra generación, la fuente de la sabiduría y metodología de la corrección está aquí, en el grupo central de Bnei Baruj. Si alguna persona o grupo en el mundo piensa que puede dirigirse a sí mismo, o a un grupo, hacia la meta, está equivocado ya que no ha entendido sobre qué estructura del sistema de las almas está investido nuestro mundo.

Baal HaSulam escribe en el Prefacio al libro del Zóhar que todo siempre se extiende desde el interior hacia el exterior, del peldaño superior al inferior. Lo mismo ocurre con la influencia sobre nuestro mundo y la percepción: primero el hombre asciende al peldaño superior y, sólo desde allí, observa y puede influir sobre el peldaño inferior. Por eso, la difusión, la influencia, la corrección y las lecciones deben extenderse sólo desde aquí, desde el centro.

Los grupos participan en la creación de los materiales y su difusión, pero, sometiéndose en todo al centro, igual que las partes de un organismo actúan conforme a la dirección centralizada de la cabeza. Nada puede empezar en mitad de una escalera, de una pirámide o de algún grupo particular. La estructura del universo es muy estricta y está bien descrita. Baal HaSulam escribe en el Prefacio al libro del Zóhar, p. 57: “si a la cabeza de un pelotón de ciegos se pone a uno que ve, todos podrán seguirle, pero si no hay un lazarillo, todos morirán”.

También vemos que una parte de la humanidad, que se denomina “Isra-el” (directo al Creador), tiene una misión especial: a través de ella llega la Luz de la Corrección para toda la humanidad. Baal HaSulam escribe en este artículo una jerarquía estricta y unívoca. Por eso, cada uno debe estar unido al peldaño superior e inferior dentro de este sistema. Por encima de nosotros, están nuestros maestros —las fuentes auténticas, los patriarcas, los cabalistas de las generaciones— de los cuales aprendemos y cuyas enseñanzas vivimos.

Debajo de nosotros, están nuestros aprendices, todos los que llegan y desean unirse a nosotros. Hay que guardar esta jerarquía, porque cada uno de nosotros puede recibir sólo de su superior. Miren el artículo Fe en el maestro de Baal HaSulam.

Y si alguna persona o grupo toma la decisión de actuar según su propia cuenta —con esto prefieren “lo externo en lugar de lo interno”, lo inferior se sustituye por lo superior—, se necesita de inmediato corregirlo o anularlo del sistema común. En la estructura del universo vemos que “la democracia” no tiene cabida. Bien al contrario, prevalece una subordinación concreta hacia arriba, hacia el Creador.

Ahora, en la conexión entre los grupos y en su estructura, estamos construyendo un sistema que, como describe Baal HaSulam en su artículo La última generación, se extenderá por todo el mundo y éste se asemejará al Mundo Superior. La libertad de cada uno radica en la conexión correcta con el entorno y obediencia a él, para asemejarse al Creador.

Y esto se realiza sólo en el caso de que la persona esté conectada con el superior, es decir, que reciba del superior y realice la misma acción por la cadena de peldaños. El libre albedrío se da cuando cada uno prefiere lo superior en lugar de lo inferior, por encima de los obstáculos en el grupo y los obstáculos personales egoístas. La acción de cada uno, como escribe Baal HaSulam en el Prefacio al libro del Zóhar, p. 60, corrige o estropea todo el sistema.

Está claro que es una dictadura, pero es una dictadura desde arriba, proveniente del Creador. En ésta, todos nosotros cumplimos en obediencia y semejanza al superior y en atracción del inferior, según una jerarquía establecida. La igualdad total surge sólo en el estado corregido final, cuando todos sean iguales en su otorgamiento mutuo.

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