El éxito seguro está en la constancia

laitman_1373_wp[1]Progresamos por la influencia de dos fuerzas opuestas: el otorgamiento o la fuerza del Creador y la recepción o la fuerza del hombre. No puede existir un estado en donde  sólo una fuerza esté presente, como en nuestro mundo no encontramos un polo sin el otro.

Por lo tanto, en cada momento de la vida, estamos bajo la influencia de estas dos fuerzas, equilibradas de tal manera, que crean en nosotros la posibilidad de progresar libremente hacia la espiritualidad, hacia el atributo de otorgamiento.

Por eso siempre nos encontramos en un “punto de ruptura”. En algunos momentos nos sentimos eufóricos y plenos de dinamismo, y en otros caemos tan bajo que perdemos la fuerza para movernos.

El sistema que nos gobierna nos oculta cosas que impiden nuestro progreso y crea en nosotros distintos estados interiores que dibujan la imagen del mundo. Pero el propósito es dar a cada uno de nosotros la posibilidad de realizar su libre albedrío.

El hombre debe hacer todo lo que está en su mano en cualquier estado. Incluso si piensa: “¿Quién soy yo?  ¿Acaso tengo capacidad para el trabajo espiritual?  Es para grandes hombres que tienen mucha fuerza y aptitudes”.  ¡Esto es incorrecto!

El mérito del descubrimiento espiritual no se otorga al fuerte, sino a quien camina a lo largo del sendero que conduce a ello. Las almas que alcanzan grandes alturas, ascienden precisamente de las grandes profundidades del egoísmo.

Si el hombre tiene la más mínima posibilidad de progresar, aunque este progreso sea puramente egoísta e imagine toda clase de recompensas, ¡eso es bueno! Esto se parece al trabajo del asno, a quien le tapan los ojos y le ponen un saco de cereales ante su nariz. Entonces comienza a dar vueltas y a mover las ruedas del molino que convierte el grano (el alimento del animal) en harina (la comida del hombre). De este modo el animal se convierte en un hombre.

Por eso no le den mucha importancia a las condiciones interiores o exteriores que les fueron entregadas. Todos los estados por los que pasamos, por muy tontos e inútiles que nos parezcan, resultan ser siempre los mejores  para el progreso. Tenemos que intentar simplemente hacer todo lo posible por progresar, como el bebé que no se rinde nunca y siempre permanece incansable y alegre. Si actuamos con esta constancia,  sin duda tendremos éxito.

(Extracto de la Preparación de la lección diaria de Cabalá)

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