El Jardín del Edén

laitman_2009-05-xx_ny_5054[1]Pregunta: ¿Si el infierno es la revelación de mi propia maldad, que me gobierna y me separa del Creador, y eso se experimenta como un fuego que consume, entonces qué es el cielo?

Respuesta: El cielo es la sensación de llenar a otra persona. Este es el estado del Creador, la fuerza de otorgamiento y amor que gobierna en toda la naturaleza. Si esta fuerza revela tu oposición hacia ella, entonces tú sientes el infierno, y si esta fuerza se expresa directamente, entonces experimentas una sensación que llamamos cielo.

Cada estado por el que atravesamos incluye todos los posibles estados porque todo consiste de diez Sefirot. Por lo tanto, el cielo y el infierno, así como todos los cinco mundos incluyen todos los estados. De otra forma, sería imposible percibirlos. Un bebé, por ejemplo, tiene todas las mismas partes de un adulto, aunque aún no tenga necesidad de las piernas por el momento.

Ahora mismo, percibo el mundo dentro de mis cinco sentidos: olfato, gusto, tacto, vista y oído. Toda la información entra a través de mis sentidos y se une en mi subconsciente, lo cual crea la imagen del mundo que veo. Como resultado, me percibo a mi mismo, una sensación que viene del sentido del tacto, que origina que sienta presiones internas y externas en mi cuerpo. Además de esto, me experimento a mi mismo y al mundo a mi alrededor a través del oído, la vista el gusto y el olfato. En la medida que mis deseos crecen disminuyan, me experimento en diferentes estados.

Cuando mis deseos se revelan más, empiezo a sentir la influencia del mundo circundante. Pero en realidad, el mundo exterior no existe; son mis propios deseos que están divididos en internos y externos. Más específicamente, están divididos en cinco niveles: Shoresh, Neshama, Guf, Levush y Heijal (raíz, alma, cuerpo, vestidos y castillos). Alternativamente, pueden llamarse Keter, Jojma y Bina (que son mis deseos interiores) y Zeir Anpin y Maljut (estos son los deseos externos).

En mis deseos interiores (raíz, alma y cuerpo) me percibo a mi mismo. Los deseos llamados vestidos y castillos también son mis deseos, pero son los que no puedo acercar y absorber; no los puedo adherir a mi tan firmemente que puedan estar integrados dentro de mi. Por eso es que me parece que todo el mundo existe alrededor de mí. “Vestidos” se refiere no solamente a los vestidos, sino a todo lo que está fuera de mi, sin embargo, está cerca, mientras que “castillos” se refiere a todo el resto del mundo que está más distante.

Sin embargo, toda esta división existe solamente en mi percepción. Si yo corrijo mis deseos para que se unan dentro de mí, ligados por una pantalla (una acción anti-egoísta) entonces descubriré que todo el universo está dentro de mí. Ya no sentiré que todo es algo que sucede o existe fuera de mí.

La sensación que vivo en un mundo enorme, espacioso y multifacético proviene del hecho que mis deseos no están corregidos. Después de todo, vivo dentro de mi deseo puesto que fue lo único creado por el Creador.

(Extracto de la lección sobre El Libro del Zóhar, correspondiente al 19 de diciembre 2009)

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