El tiempo depende de nosotros

No hay tiempo. Un cambio en los estados nos da la sensación del tiempo. No me daría tiempo si el estado no cambiará. El tiempo es la cantidad de cambios que notamos.
El tiempo puede arrastrarse, o puede volar, todo depende de la sensación interna de una persona de los cambios que suceden dentro de él. Tan pronto como no haya cambios, el tiempo desaparece.
Hay un mecanismo que se desentraña dentro de nosotros que constantemente despierta nuevas cualidades dentro de nosotros. En ellos, siento como si el mundo a mi alrededor estuviera cambiando. Pero realmente el mundo no cambia, yo soy el único que cambia. Las estrellas explotan, la gente corretea, la vida pasa a mi alrededor, pero todas estas son cualidades que cambian dentro de mí según las cuales percibo la realidad.

La gente creía que el tiempo no depende de nosotros. Pero luego vino Einstein y afirmó que el tiempo es relativo. Si me muevo a una velocidad que se aproxima a la velocidad de la luz, entonces el tiempo puede acelerar o disminuir la velocidad. Incluso puede detenerse porque el tiempo no se arregla desde arriba; depende del observador.
La Cabalá dice que el tiempo es la cantidad de acciones que tienen lugar en mi voluntad de disfrutar. Puedo acelerar el tiempo o desacelerarlo. Todo depende de mí, de mi percepción subjetiva. Un Cabalista existe simultáneamente en dos grados de percepción de la realidad: el grado corpóreo, a través de los cinco sentidos físicos y el grado espiritual. Por lo tanto, él existe en dos realidades hasta que alcanza su corrección final.

El tiempo es un cambio de un estado corrupto a uno corregido. Por lo tanto, si tratamos de alcanzar la unidad en cada estado, significa que aceleraremos el tiempo. El tiempo no se mide por la cantidad de segundos, sino por el cambio de un estado al siguiente. Por lo tanto, una unidad de tiempo puede ser un minuto, una hora o un año, pero es la misma unidad: desde el descenso hasta el ascenso.
Al cambiar las conexiones entre nosotros, influimos en el mundo superior y lo moldeamos en una determinada forma. La forma externa es la proyección de nuestros cambios y refleja el estado de nuestra decena. Cuanto más nos conectamos dentro de la decena, más cerca, más amable y más amigable para nosotros se vuelve el mundo externo. Y cuando nos peleamos, el mundo externo se vuelve distante y amenazante para nosotros.
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De la primera parte de la lección diaria de Cabalá 14/ene/18, Escritos de Baal HaSulam, «Introducción al Libro del Zohar«, Punto 13

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