Recibí una pregunta: ¿Si cambiamos nuestro modelo egoísta de conducta por uno de amistad mutua y consideración, no detendría esto el desarrollo que aporta la competencia?
Mi respuesta: La competencia no desaparecerá. He aquí el por qué:
Hoy en día el hombre desea acrecentar al máximo sus ganancias, pero está descubriendo que su éxito depende del mundo entero. Cuando observe la conexión creciente entre el mundo y él mismo, empezará a sentir cómo el otorgar a los demás a la larga le traerá éxito. No estará mejor porque de pronto el mundo se habrá vuelto más acaudalado y él participe de las ganancias, sino porque gradualmente habrá comenzado a sentir que realizando acciones de otorgamiento para el mundo, se conecta a algo superior, una satisfacción y una plenitud más elevadas. Y esta plenitud enaltecida es la que empezará a darle la sensación que todo lo que ocurre tiene un sentido: una percepción del Creador.
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