En el punto cero de la realidad

Los amigos deben ver que trabajo en rebajar mi egoísmo. Cada uno intenta estar en el centro de la decena y al mismo tiempo, siente que otros hacen espacio para él. Así, sentiremos que estamos todos en un lugar y hay espacio suficiente para todos. Es muy importante llegar a esa sensación haciendo esfuerzos, tanto en pensamiento como en acción. 

Intento incluirme en el punto de conexión para atraer a todos mis amigos, para que todos estemos ahí. No hay lugar en la espiritualidad; todos podemos caber en un punto. Es decir, que diez puntos son organizados en un Partzuf desde Keter hasta Maljut y están en un punto llamado, centro de la realidad. 

Como está dicho en el poema del ARI, antes que las emanaciones fueran emanadas y las criaturas fueran creadas, existía sólo una luz simple, infinita que llenaba toda la realidad. Luego un punto negro central apareció dentro de esta realidad, en el que la luz se restringió y comenzó toda la creación con esto. 

Intento ver a mi decena dentro de este punto negro, donde estamos todos. La luz superior influye en nosotros desde fuera, a través de las Sefirot o círculos. Y desde este punto interno queremos influir en la luz superior. 

No podemos influir libremente en todas las direcciones. Sólo tenemos una posibilidad: al grado en que nos restringimos, podemos abrirnos hacia el otorgamiento. La restricción ocurre en todas las direcciones a nuestro alrededor, en 360 grados y la apertura para el contacto con la luz superior puede ser sólo del 1% o un grado de sector en el círculo. 

No hay lugar en la espiritualidad. Necesitamos conectarnos, de tal manera que nadie toma espacio y todos llegamos a un punto cero, es decir a un punto que el Creador creó, es el punto de oscuridad en medio de la luz. Este es nuestro centro. A partir de ahí nos desarrollamos al grado de la equivalencia con la luz y la luz llena todo el Kli que desarrollamos dentro de este círculo. 

¿Cómo nos arreglamos para caber en un punto? Ninguno de nosotros ocupa ningún espacio. No quiero que haya ahí ningún espacio para mi importancia, mi egoísmo, mi orgullo y mi opinión. De otra manera seré corporal y no espiritual. 

Si no actúo en mi egoísmo, estoy en el centro del círculo, en el centro de la decena. No quiero recibir nada por mi deseo de recibir, excepto la vida necesaria  para construir la relación con el Creador, con mi relación con otros. Otros son aquellos que llenan esos círculos. Y el Creador nos influye y satisface. 

El que se anula a sí mismo ante los amigos está en el centro de la decena. Si nos anulamos, todos estamos en un lugar. En el mundo espiritual, el lugar es llamado, el deseo. Si anulamos nuestros deseos, nos encontramos en el deseo cero, en el lugar cero- este es el centro de la decena, el centro del círculo.
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De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 27/dic/21, Shamati 230 “El Señor es Altisimo y los bajos lo verán-2” 

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