¿Es posible escapar de la división en la sociedad israelí actual como del Faraón en el Éxodo?

¿Hay alguna esperanza de que las personas de Israel de hoy puedan escapar de la división en la sociedad, como alguna vez escaparon del Faraón y salieron de Egipto?

 

Todavía no hay bases para esto, desafortunadamente. Después de todo, cuando dejamos Egipto, sentíamos que pertenecíamos a una misma nación y que estábamos contra un mismo enemigo, el Faraón, es decir, la inclinación egoísta que nos separa.

 

Al dejar Egipto, ya habíamos alcanzado algún reconocimiento del mal, pero hoy no es el caso. Solo vemos lo malo en quienes se nos oponen. La izquierda ve el mal en la derecha y la derecha en la izquierda, y así es. No nos damos cuenta de nuestro verdadero enemigo, nuestro propio egoísmo. Por consiguiente, aún estamos lejos de salir de Egipto y todavía nos falta un largo camino para reconocer lo malo de nuestro egoísmo.

 

Depende de la educación y de la preparación de todos y de reconocer lo difícil que es aceptar esto. El egoísmo está tan profundamente arraigado en nosotros y se ha desarrollado tanto que es difícil saber dónde empieza y dónde termina.

 

Por desgracia, no hacemos nada para dirigirnos por la buena vía hacia la corrección, sino que avanzamos solo porque el Creador nos empuja desde atrás. Por eso, es difícil mencionar qué otras pruebas tendremos que experimentar para alcanzar la redención final.

 

“Egipto” hoy en día es un odio general entre todos. De cualquier forma que miremos al individuo, todas sus relaciones con la sociedad circundante están impregnadas de odio. El egoísmo es nuestro Faraón, como siempre ha sido. Podremos salir de Egipto solo si borramos de nosotros el odio entre hermanos y lo cambiamos por amor y conexión fraterna.

 

Las personas tienen que aprender cómo tratarse mutuamente con amor, sin importar cuán opuesto sea esto a nuestra realidad actual. La revelación del mal debe preceder a la revelación del bien, pero al final, realizaremos el programa de la creación.

 

El éxodo de Egipto es una salida del odio mutuo, del rechazo mutuo y la maldad común que ha envenenado a la sociedad israelí. Es el pueblo de Israel que está en Egipto, no las naciones del mundo, que tienen todo en orden.

 

Desafortunadamente, el pueblo de Israel está experimentando tal manifestación del mal que aún no tiene permiso de llegar a una solución ni de reconocer el mal contenido en el odio mutuo. Todos siguen tratando de demostrar a los demás que ellos están bien. Por lo tanto, nada bueno resultará y seguiremos cayendo.

El ejército, la policía y todos los círculos de la sociedad israelí ya están involucrados en este conflicto bilateral. Esa actitud es totalmente inadecuada para el pueblo de Israel y en el pasado ha traído terribles consecuencias.

El problema es que nadie se quiere curar de esta enfermedad. Todos piensan que la solución está en que su opinión prevalezca, porque el egoísmo siempre exige: “Yo dominaré”.

Sin embargo, tenemos que seguir difundiendo el método de conexión y esperar que el Creador nos cuide de todos los problemas y también de esta separación.

El Creador no puede abrir nuestros corazones para entrar en ellos. Nosotros somos quienes tenemos que abrir nuestro corazón, trabajar desde abajo y luego, el Creador desde arriba entrará en él y lo llenará. Nuestro corazón se abre con el hecho de que tratemos de acercarnos mutuamente y que pidamos al Creador que nos ayude para esto. Tenemos que entender la esencia y propósito del pueblo de Israel.

Deseo toda la sabiduría y el mayor entendimiento al pueblo de Israel, una gran sensibilidad de su pequeñez como nación, rodeada de otras naciones que nos quieren destruir. Podemos ser salvados solo bajo la condición de que conozcamos la forma en que esto se puede lograr y a partir de este momento, terminaremos con todas las guerras entre nosotros con el propósito de vivir bajo la regla: “¡Todos ayudaron a su amigo!”.

El pueblo de Israel tiene que vivir bajo dicha ley y entonces, terminaremos con todas estas batallas y llegaremos a la redención final.

 

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