Existe una fuerza que no nos permite dejar de hacer preguntas y transformarnos

now-you-can-share-perceptions-over-the-internetNo somos más que un deseo de recibir controlado por el placer. Este deseo (nosotros) pasa de un estado a otro bajo la influencia de dos fuerzas de atracción y de repulsión. Por lo tanto, sólo hay dos componentes en la creación entera: un deseo de recibir placer y el placer que lo mueve. Los dos existen en todos los niveles y etapas: en los sólidos, en los cristales, los líquidos, los elementos biológicos y químicos y en toda la materia inanimada y animada. El fundamento de todo es un deseo de recibir placer y la satisfacción que se opone al mismo.

Surge una pregunta: Si todo lo que existe es tan sólo el deseo de recibir y su satisfacción, entonces parecería que el sistema es estático. ¿Así que, por qué hay movimiento dentro del sistema desde un principio? Después de todo, el Creador inicialmente creó el deseo de recibir con la ayuda de la fuerza de otorgamiento. De esta forma, este sistema debería alcanzar el equilibrio y dejar de transformarse alcanzando el equilibrio entre dos fuerzas. ¿Por qué, entonces, no se detiene, y está en movimiento perpetuo?

La respuesta es que existe una fuerza más en este sistema. La fuerza que opera en la creación incluye dos componentes: el Creador desea dar placer al deseo que Él creó y además, Él también desea llevar a este deseo a la equivalencia con Él Mismo. Por lo tanto, el deseo tiene una sensación de placer y dentro de esta sensación, revela otra sensación: la sensación del Otorgante.

Esa es la razón de nuestras preguntas, ¿Para qué? ¿Por qué? Y estas preguntas simplemente no nos van a permitir sentarnos a disfrutar la vida. De lo contrario, alcanzaríamos el equilibrio y seríamos como animales. Todo estaría muy bien y toda la Naturaleza se detendría al alcanzar el punto de equilibrio.

Sin embargo, la meta de la creación, es llevar a toda la creación, incluyendo a los niveles inanimado, vegetativo, animal y humano a la equivalencia con el Creador. Por esta razón el movimiento está incorporado en todo. Pero, ¿quién o qué pone todo en movimiento? No es el deseo de disfrutar y recibir placer, sino la sensación del Otorgante, que se revela dentro del placer.

(Tomado de la lección sobre el artículo de Baal HaSulam, La Libertad, impartida el 6 de marzo de 2009)

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