Independencia de nuestra naturaleza

El individuo nace y existe en este mundo para lograr independencia de su naturaleza, para separarse del nivel inanimado, del deseo de disfrutar y construir su forma opuesta.  Esto significa volverse independiente del estado previo. El siguiente nivel no existe en su forma completa, para que así se pueda visualizar, estudiar y tomar ejemplo. No tenemos a nadie a quién imitar. Sólo podemos aspirar a las cualidades opuestas y de esta forma, construir el siguiente nivel.

A cada momento deseos y pensamientos cambian y crecen y el individuo puede trabajar en lograr independencia de ellos, en construirse a sí mismo. Se desarrolla más y más en el nivel animal, deja de estar en el estado simple del animal, en el que nació, pero el egoísmo, la inclinación al mal, se vuelve cada vez más evidente. Pero el mal fue creado para construir sobre él lo opuesto, el nivel espiritual, la inclinación al bien, el hombre (Adam).  

El nivel humano se caracteriza porque requiere conexión con los demás, no como el nivel animal, en el cual todos se sienten cada vez más aislados y distantes entre sí. Al mismo tiempo, en el nivel animal pareciera que separándose de los demás se alcanza independencia. Pero para construirme en el nivel humano, necesito anularme y conectar con todos. Uno se pregunta: “¿Dónde está aquí la independencia?” Al contrario, me olvido de mí en beneficio de los demás. Es totalmente lo opuesto.  

Necesitamos darnos cuenta, con el llamado de la naturaleza, de lo insignificante que es nuestra lucha por la independencia animal.  La independencia al nivel de hombre, es la aspiración de cumplir con las instrucciones de la fuerza superior. Construimos nuestra semejanza con el superior, al grado en que nos sobreponemos a nuestra naturaleza animal.

Está escrito: “El Creador salva a los humanos y a los animales por igual” —ambos niveles se desarrollan, se apoyan mutuamente y juntos construyen la independencia de su naturaleza a partir del deseo de disfrutar. En esa forma alcanzamos el propósito de la creación, el Creador creó en todo el deseo egoísta, para así poder construir el nivel del hombre, Adam, semejante al Creador, por encima y en adhesión, apoyo mutuo, conexión de todos los deseos.1

Todo lo que dijo Baal HaSulam sobre el pueblo de Israel, hace casi cien años, sigue siendo relevante hoy —realmente somos como “nueces dentro de una bolsa”, porque somos forzados a estar juntos, debido a la influencia de fuerzas externas negativas. Nadie sabe la gran misión de este pueblo, aún debe ser revelada. Por lo tanto, anhelamos el indiscutible derecho de las demás naciones de existir en su tierra.  

Pero los judíos son un pueblo especial y nadie en el mundo tiene una actitud positiva hacia ellos. Es un fenómeno especial, el pueblo de Israel, por sí mismo, no puede unirse de forma natural y siente su separación interna.   

Incluso los no judíos, en quienes se ha despertado el punto en el corazón —el deseo de unirse con la fuerza superior que los lleva a estudiar Cabalá —también revelan lo diferente y distantes que están entre sí. No tienen deseo de acercarse a los demás. No importa a qué nación pertenecen en el mundo corporal, pero en cuanto se unen en un grupo comprometido en el avance espiritual, inmediatamente se vuelven similares al pueblo de Israel: se sienten igual de divididos. Cada grupo es como una bolsa de nueces que se rozan con la fricción de unos contra otros, pero no quieren conectar.

Esta es una manifestación de la misma naturaleza, tanto en el pueblo de Israel, como en los grupos cabalistas alrededor del mundo que quieren acercarse al Creador. A partir de esto queda claro que los judíos no son un pueblo, sino un grupo de cabalistas que existió en el pasado. Alguna vez estuvieron en un nivel espiritual, pudieron sobreponerse a la separación y unirse. Luego cayeron de esta grandeza y ahora existen en la forma opuesta.

Es necesario estudiar nuestro estado espiritual a partir de su forma opuesta que existe hoy. Al final, cuanto más nos desarrollemos e intentemos estar juntos, menos podremos lograrlo. Pero nos debemos alegrar de que el mal, nuestra naturaleza, se revele. Esta naturaleza no es ordinaria, es mucho peor que la de las demás naciones, porque viene de la fragmentación.

Los demás tienen una naturaleza animal ordinaria y luchan por el bienestar material de su cuerpo. Pero el pueblo de Israel que intenta unirse y estudiar Cabalá, consciente o inconscientemente, despierta la Luz superior que reforma y así revela la fragmentación, falta de unidad y de espiritualidad. Por lo tanto, las cualidades anti-espirituales, opuestas al Creador, se revelan en nosotros.

Se requiere aclarar, entender y tratarlos con gran respeto, porque están por encima de las consecuencias de la fragmentación -corrupción y rechazo por la espiritualidad y la unidad, que necesitamos para construir el estado corregido.  Todos estos estados en los que estamos en oposición a la unión y a la corrección, tanto como aquellos que sustentan la unidad, pertenecen a la fase del humano. Por lo tanto, necesitamos apreciarlos y trabajar en ellos.

La corrección se refiere sólo al nivel humano. Requiere que nos unamos y coincidamos en nuestras opiniones y sensaciones, no obstante nadie quiere renunciar a sus opiniones y sentimientos, la conexión tiene lugar por encima de ellos, como un hombre con un corazón, como el primer hombre llamado Adam HaRishon. Al final, aún la última persona corregida será igual. La revelación de la fragmentación anterior, indica una futura corrección.

Por lo tanto, hoy somos un grupo especial, un nuevo pueblo, gente del Creador que está intentando levantarse a sí misma del polvo.2

Hay personas con tal deseo de disfrutar, que están unidas en el nivel animal. Se sienten en cercanía y comprensión de acuerdo a sus cualidades corporales y por lo tanto, se sienten bien juntas. Todos sienten que vale la pena la relación con ese grupo, con esas personas. Existen 70 naciones así en el mundo, grupos que tienen su propio espíritu, grado de unidad, nivel de existencia, carácter y genes físicos. La gente siente de forma natural que pertenece a uno de esos grupos. Incluso si aparece odio entre ellos, es meramente corporal y no tiene nada que ver con la espiritualidad.

Pero al mismo tiempo, puede haber un grupo a un nivel superior, que existe en conexión por un objetivo especial. Este objetivo no es natural, está por encima de la naturaleza corporal: es para conectarse por encima del propio egoísmo. Aquí, dos opuestos se combinan. Por un lado, existe una conexión negativa entre ellos, porque nadie se siente ni obligado ni conectado a este grupo. Pero, por el otro lado, están unidos por un objetivo artificialmente determinado.

Un objetivo común crea un espacio común para ellos, porque sólo al juntarse pueden alcanzar este sublime y elevado propósito. Entonces podrán ser llamados un pueblo especial —no de acuerdo al ADN corporal, sino conforme a los genes espirituales (Reshimot) que en ellos se despiertan.

Ese grupo que alcanza una nueva forma de conexión, en contraste a su separación corporal natural, es llamado pueblo de Israel (Isra-El) porque se quiere volver semejante al Creador (Yashar-El), a la fuerza superior. Posee una nueva naturaleza, una nueva esencia. De generación en generación, ha estado intentando alcanzar la fuerza superior, creó una metodología para hacerlo y estableció prácticas conforme a la fuerza superior como; días festivos, días especiales y preceptos físicos de acuerdo a su alcance espiritual.  

Es decir, la unión se forma de acuerdo a las leyes espirituales. Un grupo de gente que establece leyes y costumbres para sí misma, conforme al origen superior, aparece en la historia. Cada nación tiene sus propias costumbres, pero las costumbres del pueblo de Israel corresponden a pasos espirituales, ya sea que se alcanzaron en el pasado o que están determinadas para futuro, como “una señal para los hijos”. Estas costumbres le recuerdan al individuo los niveles espirituales que tiene que alcanzar.3

De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 9/may/19, Día de la Independencia, 

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