Israel y el mundo ante una encrucijada: tiempo de un gobierno para todos

Mi artículo en Newsmax: «Israel y el mundo ante una encrucijada: tiempo para un gobierno para todos«

Si los errores de los demás pueden hacernos sentir un poco mejor en nuestro desatino, Israel no está solo en el mundo en su limbo político después de que las segundas elecciones de este año de nuevo no dejaron un claro ganador.

De forma similar, España se dirige a una cuarta elección en cuatro años, como consecuencia de los resultados no concluyentes de las votaciones de abril pasado; y en el Reino Unido, la Corte Suprema señaló que la decisión del Primer Ministro Boris Johnson de suspender el Parlamento  -un aparente movimiento para evitar la oposición al Brexit- fue ilegal, provocando agitación política.

Parece que la humanidad ha avanzado tecnológicamente, pero ha retrocedido en términos de estabilidad y certidumbre en cuanto al futuro. Las buenas noticias son que no se requiere una ciencia espacial para alcanzar una solución. Los líderes solo necesitan tomar el ejemplo de una familia y gobernar de acuerdo a ello.

La vida en familia está basada en la interdependencia y se construye sobre las concesiones mutuas. Si no fuera así, entonces cualquier crisis podría fácilmente llevar al divorcio.

Se mantiene un delicado equilibrio, donde por un lado la pareja se compromete a permanecer cerca y a apreciar la comodidad y seguridad que brinda la cercanía; mientras que por otro lado, mantienen de forma saludable la individualidad y el espacio para el desarrollo personal. Las parejas que tienen éxito se mueven en una especie de danza mutua, donde cada uno se abstiene de enfocar  los aspectos negativos del otro y cubre los desacuerdos con amor.

De la independencia a la interdependencia 

En Israel, los líderes que aspiran a dirigir el país, no sienten la interdependencia. Parecen estar completamente separados, sin pensar en asemejarse a  una familia cálida. Cada quien persigue su propia justicia, se atrinchera detrás de su posición y piensa sobre su propio interés egoísta.

A diferencia de la gestión familiar, donde las negociaciones son relativamente fáciles y los daños son pequeños en escala, a nivel del Estado, ligeros movimientos pueden rápidamente resultar en complicadas disputas políticas, con riesgo de llevar el deterioro a crisis sociales o reelecciones. Por lo tanto, cualquier partido que se atrinchera dentro de su propia posición, no merece gobernar, hasta que pueda reunir la fuerza para ceder un poco en su posición y orgullo.

Está bastante claro para todos que el éxito del Estado de Israel dependerá de su capacidad para formar un gobierno de unidad nacional. Este gobierno deberá ser como una familia, incorporando incontables puntos de vista opuestos y rivalidades políticas, pero trabajando juntos, comprometiéndose mutuamente por el bien del pueblo. Solo puede funcionar de esta forma porque la unidad no puede existir sino por encima la diversidad de opiniones. Los sabios se expresaron de la siguiente manera: “Así como son distintos sus rostros, así son sus opiniones”. En otras palabras, tal como existen diferencias entre los miembros de una familia.

Los enfoques políticos de los dos partidos principales, Likud y, Azul y Blanco, son similares en carácter. Por lo tanto, el premio al que Israel se haría acreedor puede ser obtenido únicamente mediante un arreglo mutuo. Incluso si en el futuro hubiera un conflicto significativo entre los dos líderes Netanyahu y Gantz -por ejemplo, desacuerdos sobre el proceso de paz que pudieran desencadenar en verdaderos conflictos-, funcionará la magia del gobierno de unidad nacional.

Unidad más allá de la diversidad 

La unidad acepta e incluye al otro, acuerda trabajar con el que es diferente y da espacio a cualquiera.

La unidad equilibra la diversidad de cosmovisiones y traza una línea contínua entre las perspectivas distintas para tejer una sola visión completa. La unidad produce un discurso rico y reflexivo a partir de una mezcla de opiniones.

El pueblo dividido de Israel está sediento de solidaridad y de cohesión social entrelazadas, deseando que se sobrepasen las expectativas y que los líderes elegidos den ejemplo y se sienten juntos en una mesa redonda, así como en una familia clásica. Anhelamos un liderazgo suficientemente fuerte para demostrar la confianza mutua, aquella que permita renunciar al ego y al orgullo para bien del pueblo.

Bueno para todos, bueno para mí

Un liderazgo que trabaje hacia dicha unidad inspiraría a las personas con un espíritu positivo para convertirse en ejemplo para ceder el beneficio propio por el bien colectivo.

¿Por qué alguien estaría dispuesto a renunciar a su propia posición para beneficio de los demás?

Ese liderazgo ideal es posible cuando se hace conciencia de que cada uno de nosotros es una parte integral de un todo colectivo, así que cuando todos se benefician, yo también soy un recipiente de esa bondad.

Este ha sido el sello distintivo que ha marcado la resistencia del pueblo de Israel desde tiempos inmemorables: un gobierno poderoso conformado por líderes con diferentes puntos de vista, que han sido lo suficientemente fuertes para trascender sus egos personales por nuestra propiedad común: el pueblo de Israel. Con tal liderazgo, el pueblo también será más fuerte y estará más unido, listo para crecer por encima de la división que prevalece en la sociedad. Este es el comienzo del camino para anunciar la unidad de Israel como un ejemplo para el mundo.

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