La audacia de una oración

Los cabalistas nos dicen que la Luz superior está en reposo absoluto y que nada cambia, sino la persona misma. Cuando la persona cambia, las Reshimot (recuerdos), cambian en ella, y si sabe cómo organizar las Reshimot, este es el mundo que recibe. Así que no hay ningún problema en trabajar con nosotros mismos, entre nosotros. Si sabemos cómo conectarnos, cómo organizar nuestra sociedad para que estemos conectados constantemente de la manera en la que debería ser, sentiremos en ella lo que queremos. Estas son en realidad todas las herramientas que se nos dieron y no necesitamos nada más que eso.

Si la Luz no cambia y las Reshimot en nosotros constantemente nos hacen avanzar hacia ella, debemos ser constantemente cada vez más similares a la Luz que hay entre nosotros. Es simple y depende sólo de nosotros y no de ningún factor externo. Ni siquiera depende del Creador, porque la Luz superior, Su fuerza, se encuentra en reposo absoluto. Según la forma en que te coloques con respecto a esto, junto con la sociedad, (porque de lo contrario no lo percibimos, todos y principalmente todos nosotros juntos), así recibimos el otorgamiento y lo sentimos en la forma de nuestro mundo.

Por lo tanto, desear conectar nuestras aspiraciones por encima de nosotros para que se conecten por encima de nosotros y en ellas sintamos nuestra realidad espiritual, es la acción más importante para nosotros. Para esto es la oración. Aquel que ora se juzga a sí mismo. Orar es juzgarse a sí mismo. En primer lugar la persona debe ser su propio juez: «¿Quién soy, qué soy yo en mi estado actual, y qué quiero ser?» La brecha entre lo que hay ahora y lo deseado para el momento siguiente es en realidad elevación del MAN, lo cual es una oración.

Nosotros debemos determinar correctamente donde estamos ahora. Esto es llamado «el reconocimiento del mal»: Nuestro estado actual sigue siendo malo. Y así en cada momento, incluso en los estados más avanzados, el momento presente lo sentimos como si fuera malo y el estado más avanzado lo sentimos como si fuera mejor. Así que se nos dice: «Aléjate del mal y haz el bien». ¿Por qué dice, «Haz el bien»? ¿Cuál es el bien que puedo hacer si el bien me está esperando en el siguiente estado? «Hacer el bien» es imaginar, intentar, jugar con este, estar en él, en este bien.

Y esta es una oración: Hasta qué punto estoy en el reconocimiento del mal en el estado actual, y cuanto añoro el estado deseado, alcanzar el bien. ¿Cómo compruebo el mal y el bien? «Darle contento al Creador», «otorgarle a Él», todo es muy vago y nadie sabe qué significa esto. Nosotros no entendemos ni alcanzamos esto, sólo llegamos a este alcance después de habernos preparado.

¿Cómo debemos prepararnos? Aquí recibimos un gran regalo: un entorno en el cual yo puedo dirigirme al Creador, el estado del que puede saltar a la espiritualidad. En el momento en el que yo me ajuste a este estado con los demás, este se revela en medio de nosotros. Los cabalistas prepararon oraciones para nosotros, una plegaria de una persona para «nosotros» y para el Creador, que es en realidad muy útil para ayudarnos a alcanzar el enfoque correcto.

La verdad es que nadie es digno y nadie se merece esto. Es una maravilla que sea posible trascender de la corporalidad a la espiritualidad.

Baal HaSulam dice en la carta 56: El Creador mide a la persona con su medida. Y lo que dice en la Biblia: «que el pecado de los amorreos todavía no está completo», y este es también nuestro problema. El pecado de los amorreos es la cáscara que protege el fruto, llamada «el despertar desde Arriba», o la Tierra de Israel. Y esta cáscara no se moverá ni un poco antes de que Israel complete totalmente la medida de «un despertar desde abajo», a lo cual está obligado y a lo que se le llama una «virtud». Ese es el esfuerzo y el trabajo por encima del poder humano.

Porque lo que está en poder de la persona se llama simplemente trabajar y no es un esfuerzo, y cuando Israel llega a este punto, entonces ellos completan su medida, y por lo tanto esto significa que «el pecado de los amorreos se ha completado». Es decir que está claro para todos que no existe la Tierra de Israel y el honor del Creador, la Divinidad que les pertenezca a ellos. Luego la cáscara llamada el «amorreo» se rompe y la divinidad es levantada del polvo, y no antes de eso, ni siquiera un momento, como se nos dice.

Por un lado, deberíamos entender en realidad que nosotros no pertenecemos a la espiritualidad. Por otro lado, debemos ser audaces, como es inherente a los niños y a sus demandas. El nivel inferior es siempre indigno del más alto nivel, pero le hace demandas al nivel superior. Está escrito: «Mis hijos me han vencido». La audacia es lo que ayuda aquí. ¿Cual audacia? Yo no merezco nada, pero lo exijo. Todo esto debe ser incluido en la oración.

¿Qué tiene de especial una oración? Una oración no puede ser de un individuo, sino de todos nosotros juntos. La persona que ora es como alguien que grita en el desierto, que no afecta nada. Debemos elevar el MAN, Mei Nukvin, en el que Maljut se eleva a Bina y Maljut es la Knesset Israel (la asamblea de Israel), lo que significa que reúne todas las peticiones. Si la petición proviene de un individuo, no es recibida, no está incluida en la vasija espiritual, en la Shejiná (Divinidad). Así que intentemos esto y sintamos nuestra oración, nuestro deseo colectivo, juntos.

(71455 – De la Convención Arvut en la Aravá del 24 de febrero del 2012, Lección # 3)

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