La cabeza de la persona controla su cuerpo

dr.laitmanEl trabajo de la persona con el grupo está destinado a sostener la conexión con los amigos aunque él se aleje de ellos físicamente cuando va a trabajar o cuando va a casa. Yo no debo sepárame de ellos aun cuando esté en estados difíciles, no sólo en fatiga o indiferencia, sino cuando sienta odio y repulsión.

La Luz Superior juega conmigo, mientras yo tengo que dividirme en dos partes. La primera parte es todo lo que siento, dado que todas esas sensaciones llegan de la Luz hasta dentro de mi deseo. La segunda mitad determina qué debo hacer, me controla.

Es como si yo tuviera dos papeles. El primer papel es sentir tan profundamente como pueda los estados que la Luz me trae. El segundo papel es controlar mi sensación y entender de dónde proviene, qué la causa y cómo debo cambiarla a fin de avanzar hacia el estado deseado.

Yo tengo que ser un inspector experto, examinarme, aclararme, y revisarme para dirigirme hacia la meta. Más tarde estos dos discernimientos se fusionan y se convierten así en el cuerpo (Guf) y la cabeza (Rosh) del Partzuf espiritual. La cabeza determina lo que sucede en el cuerpo y cómo debe funcionar, pero sólo si esta parte, mi experto, tiene control sobre la otra parte, sobre el deseo.

Mientras tanto, yo trato de existir en esos dos papeles y de verme constantemente desde un costado, clarificando así lo que la Luz me hace, cómo cambio, cómo debo cambiar, y cómo debo reaccionar en todos y cada uno de los estados.

Me evalúo constantemente desde este sistema de control. Cambio al volverme más independiente de mi sensación, de los discernimientos en mi deseo. Trato de hacer lo mejor que pueda para no identificarme con el deseo y elevarme por encima de este. Esto significa que mi «cabeza» está por encima del «cuerpo».

Esta es la función de la segunda fase en el camino de nuestro avance espiritual. Yo espero alcanzar un estado en el cual sienta que todos los deseos e inclinaciones que crea en mí la Luz sean buenos, aun cuando no los sienta así, ni vea que son valiosos, puesto que todo está roto. Pero son buenos y benéficos para mi avance y son esenciales en el camino: tengo que corregirlos gradualmente uno por uno, reunirlos hacia una meta, hacia la adhesión el Creador, dado que esas son partes de mi alma.

Entonces me examino como un evaluador que ve todas las corrupciones en mí y estoy contento por ellas, puesto que sólo corrigiéndolas puedo avanzar. Si descubro corrupciones más grandes, esta es una señal de que estoy avanzando bien, ya que he revelado deficiencias muy grandes con las cuales tengo hacer algo. Esto significa que, por una parte, este problema puede ocupar todos mis pensamientos y mi corazón. Me encuentro en una situación terrible y no sé qué hacer. El problema es tan grande que mi cabeza explota a causa de la horrible tensión.

Pero por otra parte, debo saber que todo este estado me lo envió el Creador para que yo resuelva todos esos problemas sólo en la conexión con Él y con la meta. La solución al problema comienza cuando la meta se vuelve más importante que el problema.

Si esta es la forma en la que veo esos dos enfoques, entonces no me preocupa lo que me suceda: Mi meta es ser corregido y asemejarme al Creador en otorgamiento, amor, y adhesión que son más importantes para mí que mi estado personal. Así resuelvo cada estado. Si me sitúo por encima del estado, usualmente este ya no requiere de una solución. Yo veo que no necesito nada más, «todo se resuelve en el pensamiento». Con respecto a nuestro estado, éste significa que cada estado es menos importante que nuestra garantía mutua, dado que la garantía mutua es la meta a la que tenemos que alcanzar en la conexión entre nosotros.

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