La diferencia entre “La letra de la ley” y “El espíritu de la Ley

Reportaje (traducido de 7KANAL.com): «El estudio de la economía dentro del espíritu del judaísmo.»

El Instituto de Alta Tecnología de Jerusalén, «Machon Lev» está abriendo un curso único que le dará a los estudiantes el grado de Maestría en Economía. Este curso incluye el estudio de las aspectos económicos de Halaja judío basado en los mandamientos de la Torá.

La Torá contiene gran número de mandamientos e instrucciones que regulan las relaciones económicas, como, «No retengas el salario diario del trabajador,» «No cobres intereses o prestes dinero con intereses», «No utilices balanzas defectuosas para el peso o el volumen», «No presiones a tu prójimo pobre requiriendo el pago de su deuda», y muchas otras.

Mi comentario: Si se ocuparan del fundamento de la Torá entera y su ley general, «Ama a tu prójimo como a ti mismo», y lo instituyeran como la base de todas las relaciones, entonces todas las demás reglas se acomodarían en su alcance. En lugar de esto, están estudiando únicamente cómo hacer negocios correcta, egoístamente.

Es parecido a las personas que aprenden a «hablar correctamente» entre ellas, con el fin de evitar «Lashon HaRa» (lenguaje malvado) en lugar de sintonizar sus corazones al amor por el prójimo. Si hicieran esto último, naturalmente todo lo que hablarían sería igualmente bueno. Sin embargo, en lugar de corregir sus corazones, aprenden a hacer negocios y a comunicarse estrictamente «conforme a la ley». No habrá nada que reprochar, pero todavía se encontrarán en oposición a la Torá.

Esta es la diferencia entre la religión y la Cabalá. La religión no aspira a corregir al hombre, puesto que no tiene el instrumento de la corrección, la fuerza de la Luz. Por otra parte, el objetivo de la Cabalá es precisamente ese, corregir al hombre y elevarlo al nivel de semejanza con el Creador, puesto que sólo la Cabalá contiene esa fuerza (consultar el punto 155 de la «Introducción a Talmud Eser Sefirot» de Baal HaSulam.) Esa es la diferencia entre sus objetivos. El propósito de la religión es verse bien a los ojos de la sociedad, mientras que el propósito de la Cabalá es alcanzar la aprobación a los ojos del Creador.

Apéndice: Artículo de Baal HaSulam

«Muchos confunden y comparan a nuestra sagrada Torá con la moralidad. Pero esto se debe a que ellos nunca han alcanzado la religión verdadera mediante la revelación del Creador. Yo los insto a que, «Prueben y vean que el Señor es bondadoso» Y aún así, la moralidad (Musar) está tan distante de la verdadera religión, la Cabalá, como están distantes el pensamiento del Creador y el del hombre. Pues la verdadera religión se extiende desde el pensamiento del Creador, mientras que la moralidad (el sistema de Musar) la produce el pensamiento de carne y hueso y de la experiencia de la vida del hombre. Por consiguiente la diferencia entre ellas es evidente, tanto en los aspectos prácticos como en la aspiración final del pensamiento. Pues el reconocimiento del mal y el bien que se desarrolla dentro de nosotros mediante la ética como la utilizamos es relativa al éxito de la sociedad. Con la religión (Cabalá), sin embargo, el reconocimiento del bien y el mal que se desarrolla en nosotros y su utilización es relativo al Creador únicamente. Esto quiere decir, de una transformación de forma con el Creador, a la equivalencia de forma con Él por el atributo de otorgamiento y amor, que se llama adhesión. Pues la finalidad de la moralidad (la ética, Musar) es el bienestar de la sociedad, como la entiende la razón práctica, que se deriva de los eventos en la vida de este mundo. Sin embargo, la Cabalá le permite al hombre alcanzar el amor por los otros y, por consiguiente, llegar a la semejanza y la adhesión con el Creador. Y junto con esto, el hombre pasa de su estrecho mundo lleno de dolor e impedimentos al mundo eterno sin límite del Creador.Por lo tanto es obvio que la religión (Cabalá) es tan sólo para la corrección del hombre. Y la meta se alcanza durante la vida del hombre, mientras vive en este mundo. Sin embargo, si no alcanza la equivalencia con el Creador, el hombre muere igual que nació, sin haber logrado nada en esta vida.

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