Ningún hombre en este mundo tiene libertad si no posee el punto en el corazón. No importa quién sea; bueno o malo, religioso o ateo, listo o tonto, delincuente o santo. Si no trabaja en su desarrollo espiritual, no tiene ningún libre albedrio. Vive una vida animal común.
La libertad de elección existe sólo entre dos opciones; la libertad de elegir entre dos posibilidades -la espiritualidad o la materialidad. Si no tienes estas dos posibilidades, te quedas cara a cara con tu egoísmo y con todos los valores inculcados por la sociedad. ¿Qué libre albedrio puede haber aquí, si te lo dictan todo, qué hacer y qué desear? Tienes la ilusión de la libertad sólo por ignorancia, como un niño encerrado por su mamá en su habitación con los juguetes y que corre, bajo su vigilancia, de una esquina a otra.
Cuando aparecen las dos oportunidades de desarrollo -hacia la meta material o la espiritual- entonces recibes la libertad de elección y puedes dirigirte como si tuvieras dos riendas. Pero con una de las riendas no puedes hacer nada, sólo hostigarte para cumplir lo que te manda la sociedad, que tampoco entiende a donde va y que es gobernada desde Arriba. ¿Y qué vas a poder elegir, si ni siquiera sabes qué te pasará en el siguiente momento…?
(De la clase sobre el artículo del libro «Shamati»,08.01.2010)