La puerta cerrada como excusa para entrar

thumbs_laitman_537Aunque nosotros sabemos que sólo existe una fuerza que actúa en nuestras vidas, a pesar de todo, si vemos algo que no nos gusta, si experimentamos algo indeseable, olvidamos de inmediato que nuestra visión, nuestros pensamientos, nuestros deseos, y nuestras emociones son manejados y moldeados por el Creador. Por el contrario, creemos que nosotros somos independientes.

Alguna sensación, acción o pensamiento excepcional y que no cumpla con mis expectativas es suficiente para no estar dispuesto a vincular el evento con el Creador. Yo puedo mantener la conexión con Él sólo si pienso bien acerca de Él, y por el contrario, en el momento en que pienso mal de Él, esto nos separa; entonces pienso en otra fuerza y ​​le atribuyo esto a las demás personas, a mí mismo, a la naturaleza, pero no la Fuente única.

Sin embargo, posteriormente, yo vuelvo a pensar nuevamente en el único poder que actúa en todo. Esta es la manera en la que aprendemos a conectar todos los estados y todo con el Creador. Él despierta dentro de nosotros diversos estados desagradables para que, a pesar la separación o por encima de ella, nosotros nos conectemos con Él, de tal forma que no dependamos de nuestras sensaciones, de nuestra comprensión, sino que queramos conectarnos con Su emoción y poder.

La persona no tiene ninguna otra corrección, sino solo atribuirle directamente al Creador todos momentos por los que pasa ahora y en el futuro. De esta manera, ella justifica la creación porque todos los mundos y todos los tiempos fueron creados sólo para darle forma dentro de ella a una sensación del Creador. Todo está diseñado únicamente para dirigirnos hacia el descubrimiento del Creador.

Suponemos que la realidad actual oculta el Creador de nosotros. Sin embargo, esto no es así, dado que si nos relacionamos correctamente con todo lo que está sucediendo, en vez de una realidad que oculta, vemos una realidad que revela. Todo depende específicamente de nuestra relación con esto. Es precisamente a través de la ayuda de los poderes del rechazo que nosotros podemos avanzar.

En consecuencia, la sabiduría de la Cabalá divide a las personas en «malvadas» y «justas». Dondequiera que el malvado rechaza, allí el justo avanza, porque quiere justificar que todo lo que le sucede, ha sido hecho para su avance.

La meta principal de la persona es alcanzar la sensación de la realidad del Creador quien lo llena todo, la fuerza única que actúa en todo el sistema, en toda la realidad. Le corresponde a la persona invertir toda su energía en esto sin involucrarse en ninguna otra cosa, sin dejarse confundir por otras metas.

Sentir al Creador significa adquirir la fuerza de otorgamiento. Por lo tanto, no vale la pena pensar en nada más, porque la recompensa para todos nuestros esfuerzos durante toda la vida es que, en cada momento en esta realidad, nosotros tengamos el privilegio tener el poder del otorgamiento por el cual comenzamos a entender y a sentir al Creador. Nosotros lo vemos a Él como el otorgante.

Con el fin de que la persona pueda acercarse correctamente a este asunto, ella no existe sola. Por el contrario, ella se encuentra en el marco de los sistemas sociales que le ayudarán. No es por casualidad que a lo largo de la historia, las personas se reunieron en pueblos, ciudades y naciones, y hoy están mezcladas en ciertas unidades sociales.

Sin embargo, allí existe un tipo de conexión que nosotros debemos construir artificialmente. A diferencia de las otras formas, esta no se deriva del proceso evolutivo natural, incluso sin este, el avance es imposible. Esto nos habla de una sociedad o grupo único, dentro del cual, específicamente, nosotros tenemos que ver los cambios a través de los que pasamos en el camino hacia el Creador.

Además de esto, Rabash escribe que, a pesar de que yo vea las caras de las personas que me rodea, debo creer que, detrás de ellas, se encuentra el Creador, quien hace todas estas acciones que las obligan a hacer lo que yo estoy viendo. Alguien sonríe, llora, me grita o se ríe de mí; esto no importa. Depende de mí el ver en todo esto al Creador, que se presenta ante mí de esta forma. En la vida normal, a través del entorno, yo tengo que penetrar a través de ellos hacia la fuente que hace que ellos funcionen.

El Creador lo hace todo, escribe Rabash, pero la persona juzga de acuerdo a lo que sus ojos ven, de acuerdo al comportamiento, de acuerdo a las caras, de acuerdo a las leyes de la naturaleza, y así sucesivamente, y no de acuerdo a su creencia.

Al estar entre los miles de millones de personas, yo debo entender que todo lo que sucede, desde las noticias hasta los más pequeños eventos mundiales que ocurren a mi alrededor, son una presentación del Creador hacia mí. Eso es lo que tengo que entender y aceptar, tratando de descubrir la buena voluntad detrás de las «cortinas», acercarme más a Él, descubrirlo a pesar de todo este «teatro».

Rabash continúa y dice que alguien que ve el rostro de su amigo, de hecho, está viendo al Creador. Por fuera de su cuerpo, sólo existe el Creador. Así que, en consecuencia, la persona es un verdadero ser creado.

Específicamente, yo soy el ser creado y todo lo demás es una parte del Creador, quien a través de esto quiere que me sienta separado de Su realidad. Sin embargo, aparte de mí, sólo Él lo llena todo. De esta forma, veo ante mí al Creador, la Luz superior, y todas las formas que recibo son atraídas por mi ego, que lo divide a Él en partes con diferentes formas y tamaños. Al final, éstas presentan ante mí las diversas partes de la naturaleza: el inanimado, el vegetativo, el animado, o los seres humanos.

Aparte de esto, el Creador lo llena todo, y, por lo tanto, si estoy mintiéndole a un amigo, estoy mintiéndole al Creador. Si le hago daño a un amigo, le hago daño al Creador. Si me relaciono con los amigos de forma más sustancial, puedo avanzar rápidamente hacia una comprensión correcta. Yo veré el mundo entero como si estuviera completo, perfecto y sujeto a la guía superior, veré que todo está dirigido para llevarme a la Raíz.

Si es así, entonces realmente no existe ninguna otra persona en toda la realidad. Sólo existimos el Creador y yo. Todos los otros componentes actúan en la capacidad de un enlace de transición, de un «tampón», de un adaptador entre nosotros.

Por lo tanto, Baal HaSulam escribe que, antes de cada acción, yo mismo debo decirme que estoy actuando de forma independiente y que el éxito depende de mí, y después del trabajo, debo darme cuenta de lo sucedido. Tengo que tratar de entender que todo fue construido desde el principio por el Creador. El resultado se sabía desde el principio. Por lo tanto, depende de mí el aceptarlo todo sin reservas, porque fue establecido de esta manera desde el principio.

Sin embargo, está prohibido declarar que todo era conocido desde el principio y que no hay necesidad de hacer nada. Si nosotros aceptamos la conducta del Creador sin llevar a cabo acciones sólo porque es posible atribuírselas a Él, entonces no cambiamos. Así, vemos el mismo resultado de forma diferente, porque si yo no he cambiado, me siento y me cruzo de brazos o hago algo sin conexión con mi independencia y sigo el «re direccionamiento» del Creador, al seguir, entonces avanzo a través del sufrimiento y los golpes.

Sin embargo, si en el trasfondo de la conducta del Creador, yo le dedico tiempo a actuar por mi cuenta, y después de eso, traigo todo eso de vuelta hacia la «autoridad suprema», hacia el Creador, si actúo con el fin de equilibrar mi participación con Su participación, entonces, de esta manera, yo soy cambiado. De un salto, yo mismo me elevo a un nuevo nivel mediante la forma de «Yo lo aceleraré».

Esta es toda la diferencia. El mundo soporta mucho sufrimiento, porque quiere cambiar algo por su cuenta. El cambio es necesario, pero le falta la otra mitad, y esto es lo que nosotros queremos explicarle a la humanidad.

(107339 – De la Convención en Nueva Jersey del 5/11/13, Lección 3)

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