Morir con el fin de darle vida al próximo nivel

thumbs_laitman_232_06Aquel que golpea fatalmente a un hombre será condenado a muerte. Si él no lo hizo a propósito, sino que se produjo por un acto de Dios, yo le asignaré un lugar al que pueda huir. (La Torá, «Éxodo» 21:12-21:13)

Pregunta: Hay un gran debate a nivel corporal con respecto al asesinato de un hombre y si condenar a muerte a un convicto por matar o no. Cada estado tiene sus propias leyes. Hay estados que tienen la pena de muerte, y hay estados que no. La Torá dice claramente: «El que golpea a un hombre, y éste muere, indefectiblemente ha de ser muerto».

Respuesta: A nivel corporal ustedes primero deben probar que se cometió intencionalmente un crimen, si fue un asesinato premeditado y si hay evidencia de que la persona murió realmente de un determinado golpe, etc. Tal vez hubo ocasión para tales casos en la antigüedad puesto que este es un indicador del nivel moral de una sociedad y eso, en principio, no debe ni puede ocurrir.

No hubo tales casos en los que la persona fuera obligada a matar a alguien y, como resultado, tanto el asesino como la víctima, tuvieran que ser condenadas a muerte. En este caso, tiene que haber un gran deseo egoísta de ambos lados para que el Creador deba arreglar esto por ellos, y como resultado ambos sean condenados a muerte. Si hubo una sentencia de muerte una vez cada setenta años, era considerada como algo horrible.

En términos espirituales, en nuestra réplica interna, significa que un deseo anula otro deseo, ya que estos no pueden coexistir en su forma actual y se complementan entre sí en un acto espiritual. Por lo tanto ambos deben morir.

Un deseo mata al otro deseo, lo anula, y también desaparece, y parece que hay una destrucción de los dos. Nada desaparece así no más. La anulación mutua de los dos deseos abre un espacio, puesto que no ellos pueden coexistir de forma tan opuesta. En el siguiente nivel ellos nacen en forma de un deseo unificado y crecen juntos. Esta es una corrección. Nosotros debemos entender que cada acción es un acto de corrección. No es algo malo de ninguna manera como lo percibimos egoístamente. Si en el nivel corporal la persona mata por casualidad a otra (como lo percibimos de manera egoísta), se lleva a cabo una determinada acción y es castigada en consecuencia.

A nivel espiritual, sin embargo, esto se refiere a dos deseos opuestos entre los cuales no puede haber una línea media y así, ellos mismos tienen que anularse mutuamente. Pero esta anulación es el comienzo del siguiente nivel, de la línea media, y esta crece a partir de ahí.

Estos dos deseos están dentro de mí para que yo no pueda destruir uno sin destruir al otro. Yo quiero matar el deseo egoísta dentro de mí y lo hago con la ayuda del deseo altruista, que también desaparece en este deseo, dado que éste no puede existir si no es compatible con el deseo egoísta; el más (+) no existe sin el menos (-).

Hay un deseo altruista en contraste con cada uno de los deseos egoístas y el movimiento hacia la línea media que hay entre ellos, está siempre en tales pares. Pero en este estado es imposible conectarlos entre sí en la línea media, y por eso ellos deben destruirse uno al otro y convertirse en un vacío del que surge el siguiente nivel. Este vacío es físico; es un estado físico, un tamaño, un objeto.

Pregunta: ¿Está usted a favor o en contra de la pena de muerte en el mundo físico?

Respuesta: ¡Creo que nosotros podemos corregir el mundo: a todos! Por cierto, esta es la ley de la que habla la Torá. Si ustedes pueden corregir un cierto deseo, entonces bajo ninguna circunstancia deben matarlo. La muerte, el asesinato, incluyendo nuestra muerte, es una de las acciones de corrección.

(111698 – Del Kab.TV «Los secretos del Libro Eterno» del 3/11/13)

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