“La respuesta al terrorismo -reforzar las bases de la nación” Publicado en Ynet

Publicado recientemente en mi columna en Ynet, “La respuesta al terrorismo -reforzar las bases de la nación”.

Dr. Michael Laitman

En estos tiempos difíciles, de mucha presión, de ‘ataques diarios’, hay sólo una respuesta a aquellos sedientos de sangre que se levantan para aniquilarnos -reforzar las bases de nuestra nación.

Incluso un guionista talentoso tendría dificultades escribiendo una escena tan complicada. Dentro de un radio de unos cuantos cientos de kilómetros, una colección de organizaciones terroristas extremas se han reunido y nos rodean por todas direcciones. Los ataques terroristas se están volviendo una rutina diaria y con ellos hay escenas muy difíciles. Asesinos sedientos de sangre tratan de herir, apuñalar y eliminar sin compasión todo en su camino. Es imposible reconciliarnos con esta situación.

Sólo si revitalizamos las raíces de nuestra nación, la unidad, podremos sostenernos contra este odio y extremismo salvaje y frenético. Sólo la unidad hará de nuestro país, una vez más, un hogar seguro. Si perdemos la oportunidad de unirnos y ser como uno en contra de aquellos que nos odian, el anillo a nuestro alrededor se encenderá y perderemos la habilidad de ser un pueblo libre en nuestra tierra. Esto es exactamente lo que desean nuestros enemigos.

A pesar de la severidad de las escenas y en los peores eventos que experimentamos a diario, continuamos poniendo muros entre nosotros, cada uno confinado en su propio mundo, cada partido se agazapa en su esquina y continúa avanzando sólo en los estrechos intereses de sus constituyentes.

Con el peligro que se cierne en cada esquina, debemos tomar ventaja del beneficio de un proceso amplio que llevará a la nación a la unidad, por encima de la separación.

Armonía en un solo cuerpo

Las interacciones en una nación son similares a las interrelaciones entre los órganos en el cuerpo humano. La armonía existe dentro del cuerpo humano: el cerebro es responsable de pensar, los ojos de ver, las piernas de movernos, etc. La nación también está hecha de líderes, consejeros, administradores y trabajadores que deben funcionar en completa armonía, como una condición necesaria para mantener una vida normal.

El debilitamiento de la nación es el resultado de relaciones dañadas entre sus ‘órganos’. Nuestros sabios dijeron, ‘Jerusalén fue destruido, sólo a causa del odio infundado” (Yoma 9b). Odio y división son enfermedades que debilitan el cuerpo de la nación, desintegrándola desde el interior, como una enfermedad mortal, que es resultado de falta de armonía entre los órganos.

Unidad en pocas palabras

La única manera de inyectar nueva energía en la nación israelí estos días, es crear un sentido de conexión, un vínculo mutuo y Arvut (garantía mutua) entre nosotros. Debemos organizarnos y entender que la felicidad personal de cada uno, depende de la felicidad de toda la nación. Y la debilidad personal, también depende de la debilidad de la nación; entonces, reforzar la red de conexiones sociales entre nosotros y cultivar nuestro capital social nos dará fortaleza y, en un periodo de crisis como este, eso está en nuestra psique.

Durante los años de exilio, perdimos la sensación natural de nacionalismo. Los hilos de amor que nos unían se atrofiaron y se separaron nuestros corazones. A diferencia de cualquier otra nación del mundo, la sensación nacionalista que aún permanece en nosotros, surge del sufrimiento común que hemos experimentado y que aún experimentamos. Las guerras, dificultades y desastres son lo que nos consolida -somos hermanos sólo en tiempo de problemas.

La unidad cuya fuente está en el sufrimiento común externo, no es unidad verdadera; es ‘unidad en tiempo de emergencia’ y no tiene el poder de construir una nación que sea fuerte aún en tiempos rutinarios. Somos como un conjunto de nueces con cáscara dura, juntas en un solo saco. Dentro del saco, cada una está encerrada en su cáscara. El saco crea una unidad artificial entre las nueces y no las consolida en un solo cuerpo. Cuando el saco desaparece, la unidad desaparece.

Reforzando los músculos nacionales

Existe sólo una manera de detener la horrenda oleada de terror y asegurar nuestro futuro como una nación fuerte -comenzar un proceso social y educativo a nivel nacional dirigido a unir al pueblo. Necesitamos una vez más revivir esos músculos nacionales que han estado inactivos en nosotros durante estos dos mil años.

El capital social es nuestra fuerza. La unidad es la condición básica para la reconstrucción del pueblo de Israel, en la tierra de Israel. Sin unidad, no podemos asegurar la asistencia social ni el futuro Estado de Israel. Sin unidad somos como un edificio sin cimientos sólidos, amenazado con colapsar con cualquier vibración.

Nuestra preocupación por el renacimiento de la nación israelí debe tener prioridad sobre cualquier otra preocupación. Sólo un proceso educativo cuya meta sea inculcar unidad en el pueblo de Israel llevará al éxito, a la prosperidad y a la seguridad. Ya no podemos dirigir la vista a otro lado. Nuestra unidad es el cimiento del edificio; es lo único que determinará la estatura del Estado de Israel y los alcances que lograremos.

Este artículo fue escrito de acuerdo al diario, La Nación publicado por Baal HaSulam, Rabí Yehuda Ashlag, el 5 de junio de 1940.
[169283]
Publicado en Ynet 4/nov/15

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *