La Torah, el libro de Devarim, capítulo Vaetjanan

Y le suplique a Dios: Señor, deja que atraviese el Jordán y veré esta tierra buena. Pero Dios se enojó conmigo por su causa y dijo: No me hables más sobre eso nunca más. Sube a la cima, mira hacia el oeste, el norte, el sur y el este, porque no vas a cruzar el Jordán. Y ordena a Josué y fortalécelo pues él estará a la cabeza de la nación y conquistará para ellos la tierra que mirarás.

Y ahora, Israel, escucha los preceptos y leyes que te enseñaré a observar para que vivas y vayas y tomes posesión de la tierra que Dios, el Todopoderoso de tus padres te da. No agregues a lo que te ordeno y no le restes para cumplir los mandamientos de tu Dios.

Sólo protege tú alma, para que no olvides lo que tus ojos han visto y que no salga de tu corazón en el resto de tus días y háblales de ello a tus hijos y a los hijos de tus hijos: Del día en que estuviste parado frente a Dios en Chorev. Y te acercaste y estuviste en la montaña y la montaña ardía con fuego hasta el corazón de los cielos, oscuridad, una nube y sombras. Y Dios te habló desde el fuego y escuchaste Su Voz pero no viste Su Imagen. Y te manifestó Su Alianza que te mandó observar, los Diez Mandamientos, y Él los talló en dos tablas de piedra. Y al mismo tiempo me ordenó enseñarles los preceptos y las leyes para que los observaran en la tierra a la que irán para tomar posesión de ella.

Protejan sus almas, puesto que no han visto una imagen cuando Dios les habló para que no se corrompan y fabriquen ídolos, imágenes como la de un hombre y una mujer, animal, ave, reptil o pez

Para que cuando miren al cielo y vean al sol, a la luna y las estrellas y todos los objetos del cielo no se sientan tentados a adorarlos y a servir aquello que Dios creó para todas las demás naciones. Y Dios los tomó y los sacó de Egipto para que ustedes sean Su nación, Su grupo.

Cuando se corrompan y fabriquen una efigie de alguna imagen, desaparecerán por completo de la tierra por la que viajarán cruzando el Jordán, Y Dios los esparcirá entre las naciones, serán pocos entre las naciones a las que Dios los conducirá.

En las penurias, cuando estas predicciones lleguen hasta ustedes, al final de los días, ustedes regresarán a Dios y harán caso de Su Voz. Pues Él es misericordioso y no los abandonará, no los destruirá u olvidará la Alianza que hizo con sus padres. Por eso en este día perciban y acepten en su corazón que Dios es Todopoderoso, en los cielos y en la tierra, y no hay otro.

Y Moisés recopiló y pasó la palabra de Dios: “Yo soy Dios, tu Todopoderoso, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud. No tendrás otros dioses sino a Mi. No fabriques efigies o imágenes de lo que está en los cielos, o en la tierra, o en el agua. No las adores o las sirvas. No pronuncies el nombre de Dios en vano. Observa el Shabbat para santificarlo. Trabaja seis días pero el séptimo día, el Shabat, es para Dios; no realices ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu toro, ni tu asno, ni tu ganado, ni el extranjero. Y recuerda que fuiste un esclavo en la tierra de Egipto y es por esto que Dios te ha ordenado que guardes el día de Shabbat. Honra a tu padre y a tu madre, como Dios lo ha ordenado, para que tus días se prolonguen y te sientas bien en la tierra que Dios, tu Todopoderoso, te está dando.
No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falsos testimonios. No desees la esposa de tu prójimo, ni su casa, ni su tierra, ni a su esclavo, su toro, su asno o cualquier otra cosa que tu vecino posea

Estas son las palabras que Dios dijo a la asamblea entera desde la montaña, fuera del fuego de las nubes y las sombras, con voz fuerte y no continuó más; y Él las talló en dos tablas de piedra y me las entregó. Y ustedes escucharon la voz que salió de la oscuridad, todas las cabezas de las tribus vinieron hasta mi y dijeron: Mira, Dios ha mostrado Su gloria, hoy hemos visto que el Todopoderoso le habla al hombre y este vive todavía.

Y aquí están las leyes que Dios ha ordenado que les enseñe. Escucha, Oh, Israel, Dios es nuestro Todopoderoso, Dios es uno. Ama a tu Dios con todo tu corazón, toda tu alma y todo tu ser. Y estas palabras que hoy te ordeno estarán en tu corazón. Y repítelas a tus hijos, y díselas cuando estés sentado en tu casa, cuando camines por el sendero, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y anúdalas en tu mano como una señal y deja que sean señales a tus ojos. Y tállalas en el quicio de la puerta de tu casa y en tus rejas.

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