Las dos grandes Luces

El Libro del Zóhar, capítulo «Bereshit» (Génesis), ítem 113, Las dos grandes Luces: La luna no estaba en paz con el sol porque que ella estaba avergonzada de sí. … El Creador le dijo: «Ve y disminúyete a ti misma».

Estamos hablando de la adaptación entre la criatura Maljut y el Creador, de las primeras nueve Sefirot por las cuales el Creador se muestra a los seres creados. De acuerdo al grado en el que Maljut se adapta a las primeras nueve Sefirot, llega a la adhesión a ellas, de conformidad con el principio de «por Tus acciones, Te conoceremos».

La adhesión se realiza por equivalencia de forma, equilibrio u homeostasis entre dos objetos, como lo llamamos en nuestro mundo.

Aunque una de las dos grandes luminarias Maljut no tiene luz propia, sigue siendo grande y brillante, y puede ser tan importante como el sol, el Creador, porque aunque por sí misma habita en la oscuridad, puede llegar a brillar.

El deseo de recibir es llamado la Tierra. Su nivel de otorgamiento es la luna. La fuerza que obtiene para otorgar, para corregirse, y brillar en la noche, viene del sol, de Zeir Anpin en el que hay Luz de Bina superior.

Por lo tanto, hay dos luces, la luz pequeña y la gran luz. El propósito del desarrollo de la luz pequeña es alcanzar el mismo tamaño, la misma luz de la gran luz, de manera que haya dos grandes lumbreras. De esta manera, el ser creado alcanzará el mismo nivel, percepción y conciencia, y todo lo que el Creador quiere para él. Esta es la adhesión de la criatura con el Creador.

(65721 – De la 2º parte de la lección diaria de Cabalá del 8 de Enero del 2012, El Zóhar)

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