Nuestro problema es que clamamos por el dolor que nuestro egoísmo nos ha causado. Pero el Creador es sordo y poco receptivo a este tipo de llanto. Podemos gritar todo lo que queramos. Hemos sido testigos de un terrible sufrimiento a lo largo de la historia, pero la fuerza superior no parece prestar atención a esto.
Es así porque el propósito de la creación, el Pensamiento de la Creación, todo su sistema está construido para traer al deseo egoísta a la corrección, a la intención de otorgar. Si no lloramos para adquirir el atributo de otorgamiento, sino que por el contrario, demandamos hacer el bien a nuestro egoísmo, obtenemos el resultado opuesto y sólo hacemos que nuestra situación empeore. Invitamos un efecto mucho más negativo, del que aprenderemos a llorar de forma correcta.
Este es el problema de la humanidad, que no entiende el gobierno superior. Toda la pesadez que sentimos, de todas las dificultades y nuestro desacuerdo con el Creador se derivan del hecho de que no entendemos su plan y que Él espera que cambiemos y hagamos algo por nosotros. ¡Pero Él no va a hacer nada! Hay un plan para la corrección de la ruptura, y yo tengo que usarlo. Eso es todo.
Si no hago esto, puedo llorar, de la misma manera que lo han hecho todos durante años, y ¿quien lo ayudó? Por medio de nuestro llanto, suplica, e intentos de llenar nuestro ego, sólo aumentamos nuestro deseo de recibir y recibimos más golpes, hasta llegar a la desesperación total, que estamos empezando a sentir ahora. Así finalmente entendemos que la única salvación vendrá de nuestra corrección y no de las demandas egoístas. ¡No hay nadie a quien pedirlas!
Sólo es posible recurrir a un sistema corregido, el cual está un nivel por encima de mí y que yo percibo como una oscuridad total, ya que es un sistema de otorgamiento. Si yo deseo adaptarme a él y ser como él, puedo pedirlo. Esto es lo que recibiré, si realmente pido esto.
Mi plegaria será llenada si pido otorgar con el fin de ser el que otorga, y no con el fin de sentirme mejor.
(55351 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 22 de Septiembre del 2011, Shamati # 240)
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