Los tiempos en que uno podía dejarse llevar por la corriente de la vida han quedado atrás

currents1En la Introducción al Talmud Eser Sefirot, Baal HaSulam escribe sobre el deseo que tiene una persona de entender claramente el propósito de su vida. Él dice, «Sin embargo, la pregunta, ‘¿Cuál es el propósito de mi vida?’ se revela amarga y vehemente como siempre. En ocasiones viene a nuestro encuentro sin haber sido invitada, horadando nuestra mente, nos humilla rebajándonos hasta que descubrimos la táctica de flotar insensatamente en la corriente de la vida como anteriormente».

Las personas con deseos pequeños son como niños: desean ordenar. Fijan límites y viven dentro de los confines que los ayudan a sentirse seguros. Además, estas personas quieren que sus relaciones con los demás sigan una jerarquía. Quieren saber que, «Esta persona es superior a mí y aquella otra es inferior. A ésta tengo que temerle y a aquella tengo que respetarla».

Muchos políticos, psicólogos y sociólogos lo utilizan para su propio provecho; la religión también se fundamenta en ello. A través de la historia la gente ha tenido temor de las fuerzas de la Naturaleza pensando que son más poderosas que ellas. Trataban de suavizar las cosas tratando a las fuerzas con respeto y fue así que estructuraron sistemas que les permitieran expresar su actitud a las fuerzas de la Naturaleza.

De esta forma nació la religión. Y la religión aportó beneficios a la gente porque les hizo comprender claramente lo que se requería de ellas. Esta institución fue satisfactoria porque la gente pudo utilizarla como un escudo.

Hoy en día, sin embargo, vivimos en una época totalmente diferente. Ahora el deseo de recibir placer ha rebasado todos los límites. Ya sea que la gente sea secular o religiosa, no pueden más confinarse dentro de los linderos fijados anteriormente. Ya no pueden dejarse llevar por la corriente de la vida como antaño.

En el pasado, la gente sencillamente efectuaba acciones predeterminadas sin gran análisis o debate. La persona actuaba de cierta forma y se contentaba con eso porque sabía que vivía su vida correctamente. Ahora, sin embargo, la gente ya no puede más contentarse con este estilo de vida porque esta actuación no le proporcionó la respuesta a la pregunta «¿Para qué vivo?»

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