No importa lo que obtenemos, sino de quién lo obtenemos

30_100_wpReportaje: (de Psychological Science): Por Kurt Gray y Daniel M. Wegner de la Universidad de Harvard).  Cuando alguien te pisa un dedo del pié a propósito, parecería que duele más que cuando la persona lo hace sin intención alguna.  Los parámetros físicos del daño pueden no ser distintos, el dedo del pié queda lastimado en ambos casos – pero, la experiencia personal del dolor ha cambiado.  Los daños intencionados son premeditados por otra persona y tienen como propósito específico causar dolor. En cierto sentido, el daño intencionado es un evento iniciado por la mente de alguien para comunicar una intención a alguien más (malicia) y esto podría moldear la experiencia del receptor.

Mi comentario: Esto proviene de la raíz espiritual de nuestra relación con el Creador: si deseamos recibir sin darle atención a Él, el Otorgante, entonces percibimos lo que recibimos como este mundo – amargo, difícil y temporal.  Sin embargo, si deseamos sentir lo que recibimos junto a Él, el Otorgante, entonces sentimos el Mundo Superior, que es eterno y perfecto. Entonces, cuando nuestro mundo desaparece (cuando muere el cuerpo), nuestra percepción – la sensación del Otorgante que alcanzamos – permanece con nosotros para siempre, como es Él y nosotros.

Por ejemplo, supongan que recibo un regalo. Lo disfruto.  Pero, empiezo a sentir que tiene un defecto.  Esto me ayuda a pensar en Quien me lo dio.  Mi egoísmo no puede dejar de pensar sobre Él y preguntar,  «¿Por qué este regalo no es perfecto?»   Mientras pienso en la acción del Otorgante, empiezo a escudriñar esta acción (que es el pensamiento de la creación).  Examino lo que me pasa desde el momento en que empecé a estar consciente de recibir algo de Él y cuál es Su meta al hacerlo.

Al revelar Su comportamiento, empiezo a comprenderlo y ver que Él es bondadoso, bueno y amoroso.  Empiezo a sentir algo nuevo: Me olvido (y pierdo la percepción) del regalo mismo, de nuestro mundo y nuestra vida.  Lo que permanece es sólo Él y yo (sin el regalo) y nuestra relación, la sensación de la Vida Superior que surgió gracias al regalo.  Pero, ya no necesitamos más del regalo.

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