Nuestra gratitud a Baal HaSulam y a su hijo Rabash por nuestro camino

No hay límite para nuestra gratitud a Baal HaSulam, por todo lo que hizo por nosotros, por sus esfuerzos para allanarnos el camino hacia el palacio del Creador. Es un hombre al que le debemos todo.

Y su hijo mayor, Baruch Shalom HaLevi Ashlag (Rabash), continuó su camino, lo amplió y gracias a él estamos en el camino espiritual y esperamos seguirlo hasta la cima del mundo.

Antes de Baal HaSulam, los manuscritos que describen la metodología del Ari no estaban organizados ni reunidos en un todo, porque algunos se extrajeron de la tumba del Ari y otros de otros escondites. Nadie los había reunido en un solo lugar ni había trabajado en ellos seriamente, para entender lo que decían. Fue difícil, incluso averiguar cómo acercarse a ellos y comenzar a estudiarlos.

Parecería que todo es muy simple: hablan de trabajar con el deseo de recibir en sus diferentes niveles con la pantalla y el poder de superación, como si se tratara de leyes físicas. Pero, para entender el orden de la entrada de las luces en los Kelim y las relaciones entre ellos, debemos estar en un nivel espiritual muy alto.

Es imposible estudiar Cabalá como si fuera física, pues requiere logro espiritual. Y por supuesto, está más allá de nuestro poder. Baal HaSulam pudo hacerlo porque fue honrado con el embrión del alma del Ari. Es decir, se invistió en él con la misma luz superior que en el Ari y  pudo alcanzar lo espiritual como el Ari.

 

Una alma muy especial Baal Hasulam nos acercó a la Luz Superior

 

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