Antes que nada, necesitamos paciencia. Estoy en el camino, tengo que caminar unos cuantos kilómetros más para llegar a mi meta, por eso tengo que avanzar al menos una pulgada y tengo que ser paciente.
Esta paciencia debe ser dinámica, es decir, eficaz, para comprender que doy un paso más y otro más adelante. Tengo que sentir que cada día hago nuevos juicios. Lo que no funcionó ayer, lo trato de hacer hoy y lo veo como avance.
Aunque me desespere por la falta de éxito y critique el camino, ya es victoria, porque ayer no sentí que no había triunfado, no entendí que estaba equivocado ni que no progresaba. Hoy lo siento y eso es parte del progreso.
Es imposible avanzar de otro modo. El avance siempre es con base en el descenso, los problemas y la revelación de la destrucción. Si no hay destrucción, no hay nada que corregir ni hacia dónde avanzar. Por eso, la destrucción se dispuso incluso antes de nuestra creación y luego comenzamos a existir a partir de un pequeño gen informativo (Reshimó), que se desarrolló.
Pero, tienes que ser muy constante para que en el momento en que sientas la falta de éxito, estés dispuesto a seguir de inmediato.
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