«¿Qué son los estandartes en el trabajo?»

Estamos obligados a lograr equivalencia de forma con el Creador; este es el objetivo de la creación, en otras palabras, es inevitable. Y si no queremos, entonces la fuerza superior, como padre cariñoso, castigará al hijo hasta que lo logre, porque entiende que no hay otro modo. El amor por el niño lo obliga a castigarlo. Está escrito, el que evita la vara, malcría al niño.

Pero hay que decirlo, este es un camino indeseable, sin amor. Por eso hay dos caminos: el de la Torá y el del sufrimiento. Y estos caminos no van en diferente dirección, avanzan uno al lado del otro. Si en cada momento del camino, no avanzo en la dirección correcta ni a la velocidad correcta, inmediatamente recibo la reacción de la fuerza superior, ya sea positiva o negativa y será por su amor absoluto hacia mí.

Esta reacción me forma. La cuestión es en el grado de mi sensibilidad y conciencia, pues siempre, a cada momento, estoy bajo el control y la autoridad del Creador. No importa lo que pase por mis pensamientos o deseos, en mis acciones o en todo el cuerpo, solo debo pensar en lo que el Creador me está haciendo.

En otras palabras, siempre debo tener el pensamiento de que no hay nada más que Él, que me trajo a cierto estado y dentro de él me dio un poco de libertad para hacerme notar que puedo intentar ser similar; al Creador o a mi faraón. Ahí radica la esencia del trabajo del individuo.

No hay nada más que Él: esa es la verdad y necesito deshacerme de la ilusión de que existen múltiples fuerzas que afectan mi existencia. No hay nada más que la fuerza única.

Pero si estoy confundido, imagino mil fuerzas diferentes que me alejan del Creador, de la fuente única hacia diez, mil fuentes que me impactan. Eso es totalmente falso y me aleja del camino de la verdad.1

El trabajo en Egipto ya es trabajo para el Creador; sólo al inicio pensamos que podemos avanzar con nuestro ego, con el total consentimiento del faraón. Creemos que podemos unirnos y revelar el mundo superior, al Creador, la fuerza superior y alcanzar la perfección y la unidad, tal como nuestro ego lo imagina. Esto se llama «siete años de saciedad».2

La vergüenza en espiritualidad es totalmente diferente de lo que es en nuestro mundo, donde sentimos vergüenza porque algunos actos indecorosos son revelados y los saben los demás. La vergüenza espiritual aparece cuando no soy semejante al Creador. Esta es la causa exacta de la vergüenza que provocó la primera restricción en el mundo de Ein Sof (infinito).

Es como si estuviera sentado frente al maestro y viera que Él lo da todo y yo recibo todo. Descubro que soy el que recibe y por eso, soy diferente al Creador, al dador. Y odio esta cualidad en mí, ese deseo de recibir, porque no puedo deshacerme de él.

Veo lo que el Creador hizo conmigo. Odio ese veneno dentro de mí y no puedo deshacerme de él. Y lo peor, lo demando constantemente o de lo contrario, no puedo vivir. Hasta que concluyo que la muerte es mejor que este tipo de vida, estoy libre del mal y el Creador me revela que hay vida por encima del deseo de recibir.

Pero, en esencia, toda mi vida está dentro de ese deseo egoísta de recibir; dependo de este placer y no puedo esconderme de él. Lo odio y no puedo vivir sin él. Es un estado terrible que me lleva a través de las diez plagas de Egipto, no sé cómo deshacerme de él. Siento que es veneno, pero debo tomarlo, de lo contrario ¿de qué fuente viviría?

Toda mi vida se alimenta exclusivamente de ese veneno. Necesito esta serpiente; sólo espero que no se me escape porque si lo hace, no tendré ningún placer en la vida y moriré.3

Hay muchos niveles de vergüenza. Es sólo la vergüenza lo que nos obliga a elevarnos a un nivel superior: siempre más y más alto. La vergüenza, el reconocimiento del mal, es la única razón para elevarnos más.

El Creador es bueno y hace el bien, porque Él cambia nuestros órganos sensoriales, nos da la posibilidad de comprender lo que es la verdadera bondad y compasión. Pero, realmente nada cambia en nuestra vida cotidiana. Esta vida sólo es para llevarnos al punto de tomar la decisión correcta para llegar a la vida real.

Cambiamos nuestros valores y con nuevos valores descubrimos una vida mejor. Pero eso no significa que la vida misma cambie. Es con nuestros nuevos valores que la vida nos parece más agradable. Después de todo, cada uno juzga según sus propios defectos. Necesitamos cambiar nuestras cualidades, así veremos un mundo cada vez más benevolente. El mundo entero es total bondad; la Luz de Ein Sof llena toda la realidad.5

¿Qué nos impide vivir bien con niveles tan altos de avance tecnológico? ¿por qué el Creador nos arruina la vida, al enfrentarnos unos a otros cada día? Porque de otra forma, no Lo necesitaríamos. Y lo bueno está solo en la adhesión con el Creador. Por eso, el Creador creó todas las formas contrastantes, para mostrarnos que sólo podemos experimentar el bien cuando estamos en otorgamiento absoluto hacia Él.6

El faraón es necesario; actúa en nuestro beneficio, ayudándonos a escapar del egoísmo. Es justamente el faraón el responsable de acercar a la nación de Israel hacia el Creador. No hay un ángel más leal al Creador que el faraón, nuestro ego, nuestra serpiente. Por eso, toda medicina está hecha de veneno.7

De la 3a parte de la lección diaria de Cabalá 26/mar/18, Escritos de Rabash, «¿Qué son los estandartes en el trabajo?»

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