Regocíjate con los problemas

Cuando veo un defecto en algo, me regocijo. Pues es signo de que logré una corrección y por lo tanto, descubro un nuevo defecto. Es decir, estoy contento con mi estado corregido anterior.

También estoy feliz en el estado actual porque ahora tengo la oportunidad de hacer correcciones y disfrutarlas. Resulta que en el pasado, el presente y el futuro, en todo momento y en todos los estados, soy feliz.

La perfección se construye por encima del conocimiento, por encima de la sensación. Dentro de las sensaciones siento problemas y dificultades, pero por encima de las sensaciones, escudriñando para qué, de dónde y por qué razón vienen, me regocijo. Estos son dos niveles diferentes.

Todo viene de un gran sistema que me revela problemas y dificultades, según mi capacidad y tengo que corregir mi actitud hacia ellos. Este sistema existe frente a mí. Cuando las corrupciones me son reveladas es señal de que necesito corregirme porque no hay nada qué corregir, excepto mi actitud.

Desde el momento en que veo la corrupción empiezo a pensar de dónde viene, quién la envió y con qué propósito. Luego la trabajo y la corrijo. Estoy feliz todo el tiempo. Estoy bajo el cuidado constante de la fuerza superior que construye mi alma. Sólo necesito intentar y aferrarme a las acciones del Creador, independientemente de si me parecen malas o buenas.

Debo recordar de dónde vienen los problemas, pero no seguirlos en conocimiento (es decir, en las sensaciones que despiertan en mí). Contrariamente, permanezco un nivel por encima de ellos, comprendo que todo se hace en mi beneficio. Deseo aferrarme a quien me dio el golpe y besar la mano que me golpeó. Quiero aferrarme al Creador por encima de los golpes. Si tengo éxito, me separo del nivel corpóreo y existiré en adhesión con el nivel espiritual, sobre el mundo corpóreo.1

Me regocijo por las deficiencias reveladas, porque ya existían, pero estaban ocultas, eso me hacía pensar que soy perfecto. Sin embargo, cuando se revela la deficiencia es la salvación, porque al hombre se le da oportunidad de corregir lo que es capaz de corregir. Por lo tanto, doy la bienvenida a los problemas y dificultades que el Creador me da. Pues el Creador los envía solo para corregirme. Él nunca nos castiga.

El Creador mismo admite que creó la inclinación al mal. Todos nuestros problemas provienen de ese egoísmo. Así que no tengo ningún defecto personalmente. Mi único error es que no hice lo que pude hacer, eso es todo mi crimen.

Todos los problemas existen solo para que yo pueda corregir mi actitud hacia ellos, declarando que vienen del Creador y que estoy agradecido con Él por ellos. Nada más es necesario. Todas las correcciones son internas, debo cambiar mi actitud. Es necesario llegar a un estado en donde el mundo entero me muestre que debo corregir un poco mi mentalidad y todo estará bien.

Las acciones materiales son sólo un juego de niños. Las verdaderas acciones son nuestra actitud hacia las acciones del Creador sobre nosotros. Esto es el trabajo del Creador.2

La alegría se expresa en que, según la sensación, en mi deseo de disfrutar estoy en problemas, pero en la sensación en la fé (en el deseo adquirido de otorgar), estoy en ascenso. La brecha entre una sensación y otra me da alegría. Sin el golpe al deseo de disfrutar no hubiera adquirido el nuevo deseo de otorgar.3
De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 17/may/18,Shamati, artículo 40, «Fé en el Rav, ¿cuál es la medida?».
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