Semana del libro y el pueblo del libro

Israel celebra la semana del libro. Está claro que la publicación y el consumo de libros aumentaron dramáticamente en el último año. A pesar de la popularidad de los teléfonos inteligentes, es evidente que se escribieron y publicaron muchos libros nuevos. Cada vez más personas compran y leen libros.

Los libros nunca morirán. Por supuesto, es muy conveniente trabajar en una computadora preparando y editando textos y dibujos. Sin embargo, para obtener una impresión completa de una obra de arte literaria, debe estar impresa. Un libro tiene una raíz espiritual que combina «el libro, el autor y la historia» (Sefer-Sofer-Sipur). 

Un libro no es necesariamente un volumen impreso. Puede ser un rollo o una piedra tallada, pero nunca puede estar en una pantalla porque este texto no es un trabajo de manos humanas. Un libro es escrito por una persona que ha puesto un esfuerzo en la impresión de sus páginas. Cuando sostengo un libro en mis manos y lo leo, siento que me pertenece y que personalmente me conecto con su contenido. Sin embargo, no puedo conectarme con una pantalla de computadora; no tiene raíz espiritual.

Una computadora, una pantalla o una tablet no existen en la naturaleza, pero sí un libro. Se crea un libro a partir de materiales naturales para preservar el conocimiento y hacer un registro de él en la naturaleza. Nunca puedo conectarme con la pantalla de la computadora como lo hago con un libro porque una vez que se apaga la computadora, todo desaparece. El sentimiento proviene de la raíz espiritual que está presente en un libro. Existe una asociación entre la raíz espiritual de la persona y la de un libro, lo que garantiza nuestra conexión. Nada, sin embargo, me conecta con una computadora. Si comparas la impresión recibida del mismo trabajo en un formato de libro frente a la pantalla de la computadora, encontrarás que el texto impreso tiene un efecto mucho mayor en ti. La raíz espiritual de un libro está conectada con la raíz del alma, y podemos sentirla. Cuando leo un libro, mi alma se une con la raíz espiritual del libro y recibe satisfacción. Uno nunca puede obtener tal satisfacción de la computadora. Una persona moderna no puede entender esto porque hace mucho que olvidó los libros impresos y vive en un mundo virtual. Las computadoras están hechas de plástico, que engendran conocimiento plástico y corazones plásticos.

Uno no imprime un texto en la pantalla de la computadora porque un momento después, la pantalla mostrará algo más. El texto aparece y luego desaparece, no está allí. Pero si cojo un libro, contiene los pensamientos y los deseos del autor para siempre.

Debes sostener un libro en tus manos y leerlo letra por letra porque es una expresión de la raíz espiritual. Por lo tanto, la tecnología puede desarrollarse aún más, pero el libro es eterno porque contiene una raíz espiritual. Leer un libro trae un cierto placer, que es inalcanzable cuando se lee desde una pantalla. Al leer desde una pantalla, obtenemos conocimiento, pero del libro obtenemos la sensación.

El libro une el libro, el autor, la historia (Sefer-Sofer-Sipur). Hay un escritor y su historia nos es transmitida en un libro. Un lector recibe el conocimiento del autor y se convierte en parte de él. A través de la narrativa, el autor puede entregar su historia desde el interior del libro, y comparte la raíz de su alma con el lector.

No hay otra manera de transmitir una impresión interna de una persona a otra.

El conocimiento científico, las tablas y la información se pueden transferir a través de la computadora. Pero un libro emocional que despierta el amor en el alma, un sentimiento de unidad, es incomparable a una computadora.

El pueblo de Israel se llama «el pueblo del libro» porque fueron quienes le dieron al mundo su libro principal que habla sobre el propósito de este mundo, sobre la estructura de todo el sistema del universo. Solo hay un libro y todos los demás son sus consecuencias, sus pequeñas ramas. El libro de la Torá explica la existencia de todo el sistema del mundo y nuestra misión en tal sistema.

Si leo un libro cabalístico ahora, estoy influyendo en su autor, aunque murió hace dos mil años porque estoy usando el resultado de su trabajo. A través de nuestra conexión, a través de la unidad en nuestros corazones y almas, a través de mi deseo de influir en el autor, tengo un impacto en él. Yo elevo su alma como él eleva la mía.

De una charla sobre ‘La semana del libro’, 13/jun/19

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