¡Si pedimos al Creador, podemos lograr todo!

Finalmente, debemos entender qué es nuestro deseo de recibir, qué quiere de nosotros y cómo relacionarnos con él: ¿luchar contra él o usarlo como ayuda contra él mismo? ¿tenemos alguna esperanza de rebelarnos?

Si queremos alcanzar una conexión que sea un fuego abrasador, ese fuego se enciende precisamente al resistir al deseo egoísta que hace su trabajo fielmente. Para eso fue creado, para oponerse. La acción del ego nos detiene. Incluso si logramos Arvut (garantía mutua), es sólo para decidir que no tenemos ninguna posibilidad de abandonar Egipto. No importa cuánto intentemos unirnos, no podemos hacerlo y debemos desesperarnos de este trabajo.

Todos debemos comprender que sólo con ayuda del amigo triunfaremos, eso es todo. Con la oración común atraemos la Luz superior y nos elevamos por encima de nuestro ego. A esto se le llama éxodo de Egipto. Hay varias condiciones, algunos hitos en el camino por el que debemos ir.1

El Partzuf espiritual se construye cuando todos nos apoyamos mutuamente para alcanzar al Creador. Nadie puede llegar al Creador por sus propias cualidades, menos Maljut, porque el Creador es íntegro y nosotros necesitamos lograr integridad.

¿Tenemos algo en común? Sólo el Creador, el punto común de Keter. Cada uno tiene sus cualidades propias, pero nos unimos por encima de ellas, en el Creador. Así, cuando queremos unirnos, nos desesperamos, es lo que se llama «los hijos de Israel suspiraron por el trabajo», comprendemos que no podemos hacerlo. Sólo gracias al objetivo común, logramos conectarnos.

La conexión debe ser como fuego abrasador. Lo principal en el trabajo es la decepción, es decir, entender que no podemos conectarnos. Nos esforzamos por conectarnos a cualquier precio, pero el resultado correcto del trabajo es comprender que la conexión es imposible. Los hijos de Israel suspiraron por el trabajo. Si queremos lograrlo por nosotros mismos, es un caso totalmente desesperado, pero si recurrimos al Creador, lo logramos todo.

El fuego abrasador es nuestro deseo común de dar alegría al Creador. Cuando deseamos dar satisfacción a otros, damos placer al Creador. El Creador es la ley general. Si queremos recurrir a Él, primero debemos recurrir a los amigos de la misma forma.2

De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 7/feb/20, “Poder de la conexión: un fuego ardiente” (preparación para el Congreso en Arava)

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