Todo comienza con la garantía mutua

Toda la corrección radica en reconectar el sistema único del alma común que fue roto a propósito mediante el pecado de Adam con el árbol del conocimiento. La ruptura fue una preparación para nuestro trabajo. Necesitamos reunir todas las piezas rotas y conectarlas correctamente.

La dificultad de este trabajo es que cada vez que hacemos algo en la práctica, añadiendo alguna parte, tal vez ni siquiera de forma consciente, cuando nos movemos a la siguiente parte, lo previo desaparece. Después de todo, hay nuevas cualidades, nuevas sensaciones y nuevas condiciones.

Incluso cuando leemos algún artículo que hemos leído docenas de veces, cada vez es como si lo leyéramos por primera vez. Todo lo hecho en el pasado se desvanece como agua en la arena y nada permanece. Esto es en realidad una buena señal de que nos estamos moviendo de una cualidad a otra, y cada vez somos renovados.

Sin embargo, esto nos lleva a la desesperación porque no es lo que es aceptado en nuestro mundo: si yo estudio, debo al menos recordar algo, sentir algo, guardar algo en mi corazón y mente, y ganar experiencia. Aquí no hay experiencia, es como si cada día comienzas todo de cero y no sientes si hiciste algo antes o no.

Pero esta es una señal de que cada vez estamos recibiendo nuevas cualidades para trabajar, nuevos deseos rotos que no teníamos antes.

Otra dificultad del trabajo es que se nos dio una tarea de ensamblar todo el “rompecabezas” del alma común rota, ¡pero somos incapaces de hacerlo! Después de todo, para ensamblar este rompecabezas necesitamos describir la imagen completa que nos será revelada sólo al final de la corrección ¿Entonces cómo la ensamblamos?

Está escrito acerca de esto: “El Señor finalizará el trabajo” (“El Señor llevará a cabo lo que me interesa” (Tehilim, Salmos 138)). Es decir, sólo necesitamos poner medio Shekel, invertir una cierta cantidad de esfuerzo siempre intentando hacer este trabajo, como un niño pequeño que intenta y suda, pero nada sucede. Entonces le pedimos ayuda a la fuerza superior, oramos y esta hace todo por nosotros. Es decir, la fuerza superior hace todo el trabajo; sólo necesitamos descubrir la deficiencia por ello.

Por lo tanto, el trabajo parece incomprensible, incesante e incompleto. Después de todo, el trabajo correcto al final debe llevar a un grito, una petición. De acuerdo a estas tradiciones del mundo, el grito y la petición por ayuda testifican nuestro fracaso porque nos estamos rindiendo y admitiendo nuestra incapacidad para hacer el trabajo. Pero en el trabajo espiritual, al contrario, uno debe ver gran éxito en llegar a una plegaria, una petición, lágrimas y el corazón roto.

Esto es llamado la revelación de la verdad, y nada más es requerido -todo el resto el Creador lo finalizará por nosotros. Resulta que este trabajo es muy diferente de lo que estamos acostumbrados en nuestro mundo. Necesitamos recordar esto y apoyarnos, intentando cambiar nuestra actitud hacia el trabajo, hacia sus resultados, y hacia nuestro papel. El trabajo egoísta en este mundo no puede ser un ejemplo para nuestro trabajo en el mundo espiritual.

La conclusión es muy simple; “No te corresponde finalizar el trabajo, tampoco eres libre de permanecer ocioso lejos del trabajo” (Avot, Capítulo 2:21). Nuestra tarea es llevar a cabo nuestra parte, proporcionar el medio shekel (poner de nuestra parte), y el Creador añadirá la segunda mitad por nosotros. Sólo necesitamos revelar la deficiencia: encontrar que no podemos hacerlo nosotros mismos y al mismo tiempo estar contentos de que somos impotentes porque entonces tenemos una razón para pedir ayuda y sabemos a quién acudir. Es decir, nos sentimos dependientes de la fuerza superior y estamos contentos de que nosotros mismos no tenemos ninguna otra fuerza que la chispa espiritual que tira de nosotros hacia adelante.

Nuestro progreso siempre va hacia menos, hacia revelar la carencia, debilidad, indefensión, vacío e impotencia, la cual sólo el Creador puede corregir. Esto requiere cambiar tu actitud hacia el trabajo, entender que “la opinión de la Torá es opuesta a la opinión de los propietarios”. “Propietarios” son aquellos que saben cómo aprender y hacer todo sin involucrar ninguna ayuda de arriba. Y el que estudia Cabalá, al contrario, se siente débil e incapaz de hacer algo. Esto significa que fue recompensado con la revelación de la verdad.

El Creador nos dio este trabajo para que reveláramos que la fuerza superior hace el trabajo. Por lo tanto, nuestro trabajo es llamado “El trabajo del Señor”:revelamos que Él es la fuente de toda la corrupción y la fuente de todas las correcciones, Él entrega el trabajo y lo acepta, y la meta es una adhesión con Él.  

Necesitamos un pacto y garantía mutua para provocar el trabajo del Creador sobre nosotros. Sin esta petición, la fuerza superior que organiza todo y nos ensambla en un solo Kli no vendrá.1

No hay peor estado que no pensar en el Creador, desconectarse de Él. Después de todo, es como si el Creador no existiera, lo borramos a Él del mundo. Lo complacemos por el hecho de que nos aferramos a Él, como niños pequeños que requieren ayuda del padre. Más importante, la petición debe estar dirigida hacia la corrección. No hay placer mayor para el Creador que nuestra toma de conciencia que Él es la fuente de toda la creación y la única fuerza actuando en ella, aparte de la cual no hay nada más.

El ser creado es el que es capaz de revelar esto y de este modo traer contento al Creador. Esto sucede cuando descubrimos que no podemos hacer el trabajo nosotros mismos y requerimos de la ayuda del Creador. Le traemos contento a Él exactamente mediante el hecho de que podemos llamarlo a Él para el trabajo. En la espiritualidad, todo es no de la manera en que ocurre en la corporalidad, porque el trabajo mismo es la recompensa.2

Antes que nada, es necesario llegar a una garantía mutua (Arvut) entre nosotros, y a través de ello seremos capaces de observar todos los “mandamientos”, es decir, conectar los deseos rotos. Lo haremos con la ayuda de la Luz que reforma, la cual es llamada “la Torá”, revelaremos al Creador dentro de nuestra conexión y nos adheriremos a Él, que es el propósito de la creación.

Por lo tanto, todo comienza a partir de la garantía mutua: sin ella, no podemos ni observar los mandamientos (es decir, unir juntas las partes del alma) y la Torá (es decir, atraer la Luz de la corrección), ni revelar al Creador, dado que Él es revelado en nuestra conexión.3
De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 23/abr/18, lección sobre: “Firmar el Arvut en la decena” (Preparación para el congreso “Todos como uno” en Nueva Jersey 2018).
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