Todo medicamento es veneno

Si quiero hacer algo poderoso, tengo que usar una fuerza dirigida en contra. Recibiré una fuerza adicional para sostener mi acción. 

Por eso, con el fin de llegar al alcance espiritual con fe por encima de la razón, necesitamos esta razón. Mientras más trabajo por encima de la razón, más incrementa mi fe. No hay ninguna fuerza en la fe misma. 

Fe es otorgar, es muy débil por sí misma. Pero si la amplifico con la razón, elevo la fe hasta el nivel de la razón y asciendo hacia el grado de Keter. 

Resulta que necesitamos fuerzas opuestas, las fuerzas del mal. El Creador creó la inclinación al mal y además la Torá, que es el medio para corregirla. La Torá es la fuerza que siempre nos ayuda a elevarnos por encima de nuestra fuerza malvada. Así, nos elevamos más y más por encima del mal y nos asemejarnos a la fuerza de otorgamiento, la fuerza del bien. 

Aún cuando la fuerza de otorgamiento es muy pequeña, al elevarla a la altura del mal, se vuelve alta, fuerte y grande. 

Por eso, necesitamos apreciar los obstáculos y entender más y más el mecanismo de este trabajo, es decir, entender que necesitamos los malos estados. 

No es extraño que el símbolo de la medicina sea la serpiente, de cuyo veneno fabricamos medicamentos. Es sabido que “Toda medicina es veneno, pero no todo veneno es medicina”. Cada medicamento en su base es veneno que usamos como medicina. 

Pero no todo veneno es medicina. Es decir, hasta que procesamos este veneno de forma correcta, no podemos usarlo como medicina. 

Por eso está dicho, que no hay ningún mal en el mundo, sólo nos parece, hasta que nos elevamos y le damos a todo el mal la forma de otorgamiento. Cuando podemos convertirlo en otorgamiento, al atraer la luz superior para que lo corrija, de inmediato, la oscuridad se convierte en luz, lo amargo en dulce y el veneno en medicina 

Esto es lo que intentamos implementar en la práctica, al estudiar artículos de los Cabalistas acerca del tópico de “Fe por encima de la razón”: usar la razón, el deseo egoísta de recibir y construir por encima el deseo de otorgar. Y dependiendo del grosor del egoísmo revelado en el deseo de recibir (cero, uno, dos, tres, cuatro), alcanzamos la fuerza de otorgamiento (Nefesh, Ruaj, Neshamá, Hayá. Yejidá), cinco grados que están divididos en otros 125 grados.
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De la 1a parte de la clase diaria de Cabalá 28/ene/22. “Fe por encima de la razón”

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