Tu B’Shevat como un punto de inflexión en la Providencia

thumbs_laitman_760_2Tu Bishvat es llamado el Año Nuevo de los árboles, es decir, el año nuevo de alguien que empieza a crecer durante estos días. Es muy simbólico que nos hayamos trasladado a un nuevo edificio en este momento y que hospedamos un gran congreso que abarca tres convenciones en una y que estemos llevando a cabo un proceso de construcción tan especial en estos momentos. Todo lo que necesitamos hacer ahora es sólo esperar a que aparezca la fruta para que nuestro árbol no sea sólo un árbol común, sino más bien fructífero.

Rabash explica en su carta Nº 29 cómo hacer de un hombre un árbol fructífero. Tu Bishvat es llamado «Rosh HaShaná de los árboles», porque en este momento el hombre completa el auto escrutinio y ya ha decidido si vale la pena que él continúe con el trabajo o más bien (Dios no lo quiera) decide a actuar a la inversa. En este momento, uno ya sabe de qué fuente atraer la energía de la vida, ya sea del deseo de recibir para beneficio propio o del deseo de otorgarle al Hacedor de uno.

En realidad, estos son días muy especiales. A veces el hombre amerita una sincronización de su vida espiritual y material; de esta forma uno siente que las festividades y los días de semana se visten con los estados internos de uno. Durante estos días, uno tiene que decidir qué dirección elegir en la vida: vivir en beneficio del cuerpo o del alma de uno. Estos son los días en que hay que elegir uno u otro. Si uno toma la decisión de avanzar por el bien del alma, entonces comienza el trabajo.

Se nos dice: «El hombre es un árbol del campo». Esto significa que todo el trabajo que se hace con los árboles para hacer que fructifiquen, también se aplica al hombre. ¡El fruto es lo principal aquí! «Fruto de la santidad» implica que la persona merece una revelación del Creador y se convierte en un río que siempre fluye al pasar de un grado a otro hasta que uno dice: «Que el Hacedor se deleite en mí, dado que Él me quiere; Que Él sea la corona de belleza».

En otras palabras, la persona comienza a darse cuenta de todo lo que le sucede y esboza la posibilidad de que la elección entre su cuerpo y alma la haga el Creador. Es Él quien crea todas las condiciones que nos llevan a tomar la decisión. Si el Creador lleva a la persona a un «punto de decisión», significa que uno tiene el poder suficiente, el entorno correcto, y el apoyo adecuado que le permita tomar la decisión correcta. De este punto en adelante, su destino será redirigido correctamente.

Quisiera desearles a todos que entiendan siempre que «No existe nadie más aparte de Él«, y que sólo hay una fuerza que lo hace todo. Es la fuerza que nos envía los momentos más difíciles en la vida, en los que tenemos que hacer una elección decisiva. ¡Tomemos siempre la decisión correcta!

(125807 – De la charla durante la comida del 1/17/14) 

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