El cabalista se regocija con lo malo igual que con lo bueno. Sin embargo, esto no significa que sea masoquista, porque el cabalista no se atribuye el sufrimiento a sí mismo sino al ego, que fue creado por el Creador. Y percibe el ego, no como su propio deseo de disfrutar sino como una fuerza que viene del Creador.
Observa su cuerpo animal como un investigador. En el cuerpo animal la fuerza de recepción, el egoísmo, es revelado, pero el cabalista quiere que la fuerza de otorgamiento sea revelada en él. Se ve a sí mismo como investigador completamente neutral, que no pertenece ni a la recepción ni al otorgamiento.
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De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 15/nov/20, “Trabajo con fe por encima de la razón”
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