Un medicamento amargo en vez de una mentira dulce

La Luz siempre me hace sentir la desconexión entre ella y los deseos. Siempre me hace sentir una sensación mala, y no puede darme nada bueno. La Luz siempre me hace sentir, primeramente, el reconocimiento del mal, la verdad. Cuanto más puedo sobrepasar por encima de la sensación de “amargo – dulce” al examinar la dualidad de “verdad – mentira”, para averiguar la verdad en oposición al gusto amargo, más influye sobre mí la Luz.

Pero, ¿de dónde sacaré yo esta fuerza para aferrarme de esta forma a la verdad, aun cuando me siento mal? Esta fuerza adicional la recibo únicamente del entorno. De esto deriva que no hay para qué elevar la voz clamando a la Luz. La Luz obra sobre nosotros solamente según la medida de nuestra disposición. Ella puede esperar mil años hasta que estemos listos por medio de un desarrollo lento y gradual, o puede aumentar su influencia súbitamente en cualquier momento si estamos preparados.

De su parte no hay retrasos. El retraso depende únicamente de la medida de mi disposición a tolerar la desconexión entre los Kelim (vasijas) y las Luces y estar por “encima de la razón”, por encima de los sufrimientos físicos, estar dispuesto a encontrarme en esto incluso cuando la sensación es amarga. Porque realmente es amargo no usar los Kelim de Cabalá (vasijas de recepción), el deseo para mí mismo, y permanecer en la intención de otorgamiento.

Por lo tanto, no tenemos otro medio para acelerar el desarrollo fuera de la unión con el entorno. Y la unión con el entorno también es muy enfermiza. No puedo superarme. Puedo invocar a los amigos para que se junten miles de veces, y estas serán apenas palabras. A continuación me toparé con mi pared interior, y fuera de las palabras no puedo hacer nada.

Pero si nosotros intentamos, de todas maneras, hacerlo juntos, entonces cada uno recibe impresión de los demás y llega al punto de la verdad, descubre que no puede hacerlo, pero precisamente esa pared es la que debe traspasar. Así es que lo demanda la Luz que reforma.

(De la 2º parte de la lección diaria de Cabalá del 12/21/10, Talmud Eser Sefirot)

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