Una cuerda de salvación para todos

El deseo de disfrutar es la materia de la creación, por lo tanto, no puede ser bueno ni malo. Es sólo un asunto que no se puede elogiar ni condenar, así fue creado.

Si el deseo de disfrutar sólo se preocupa por sí mismo, en detrimento de los demás, se llama egoísmo. Si el deseo de disfrutar, desde arriba recibe la capacidad de dar, es decir, la capacidad de trabajar con el propio deseo en contra del instinto natural de disfrutar y, en cambio, desea dar placer a los demás, se llama deseo de otorgar.

Un deseo puede comportarse así si considera al otro más importante que a sí mismo. Si te valoro más que a mí, en lugar de tomar para mí, te daré.

En nuestro mundo, es fácil de hacer. Pues, si veo que dependo del que está más alto, es más importante y fuerte que yo, estoy dispuesto a darle. Lo hago con base en el mismo cálculo egoísta, porque al darle, gano incluso más que si lo tomo para mi.

Sin embargo, hay dos condiciones para el otorgamiento genuino, el no egoísta. Primero, el objeto al que quiero dar tiene que estar oculto. No debo sentir su importancia; de lo contrario, ciertamente cederé con intenciones egoístas, tal como sucede en este mundo. Además, necesito obtener más fuerza para tal otorgamiento, a pesar de la falta total de motivación egoísta.

Primero, recibimos ayuda de arriba, la importancia de lo superior, nos está oculta. Así que, debemos hacerlo por nuestra cuenta. También, de arriba, se tiene que recibir el poder de otorgar, para tener oportunidad de dar al Creador, aunque según mi perspectiva corporal, Él no tiene importancia. Por el contrario, veo que el mundo entero y yo mismo somos mucho más importantes. Sin embargo, gano el poder de otorgamiento sobre mi naturaleza. Esto se llama fe por encima de la razón, por encima de la propia opinión. Este es un verdadero milagro del superior.1

Se dice: «El Creador nos arrojó una cuerda de salvación». ¿Por qué hay tanta gente desilusionada que no logra nada? Porque no quiere aferrarse a la cuerda. Todos reciben una cuerda; está justo frente a tu nariz, pero no quieres verla.

Una vez que te aferras a la cuerda, empiezas a acercarte al grupo cabalista, te absorbe y te disuelves en él. La gente piensa lo contrario: que puede hacer cualquier cosa sola y que esas acciones le ayudarán.

Permanecen en este engaño por 10, 20, 30, incluso 40 años, hasta que finalmente acceden a no inclinarse. La fuerza viene de arriba y el individuo está dispuesto a anularse en todo, inclinar su cabeza y unirse a la decena. Está dispuesto a hacerlo todo: renunciar a todo, sólo para unirse al grupo.

Es muy difícil. Requiere auto-escrutinio, esclarecimiento y superación. Se debe ser muy directo y honesto consigo mismo y con el grupo.2

De la 3a parte de la lección diaria de Cabalá 29/ago/18, Escritos de Baal HaSulam, Discurso para la finalización del Zohar
1 minuto 12:40
2 minuto 26:40

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