La sabiduría de la Cabalá difiere de la simple fe ciega popular en que habla de trabajar durante descensos, distanciamiento y rechazo del Creador y en todos los eventos en nuestra vida. Parece que estamos preparados para decir que “No hay nada más que Él. Y es correcto y bueno que haya una sola fuerza que crea todo y controla todo. Sin embargo, lo olvidamos tan pronto como sentimos el rechazo de esta fuerza, cuando recibimos problemas que supuestamente son injustos.
Además, resulta que, desde el inicio de la creación, todo fue planeado por el Creador por adelantado para cada uno de nosotros. Todo está predeterminado hasta el fin de la corrección. Por eso, nuestra vida es una película a la que debemos agregar 620 veces más de nuestro esfuerzo y en principio, más durante el tiempo de distanciamiento.
El trabajo principal es durante el descenso. El Creador obstaculiza nuestro camino al enviar todo tipo de problemas, dificultades, ocultamientos y colocando barreras ante nosotros. Pero sabemos cómo superarlo todo y no en aras de ganar como héroes venciendo todos los obstáculos. Superar es relacionar todos los disturbios y cargas del corazón al Creador, no pedirle que las cancele. Los disturbios son grados que debemos escalar.
Cada vez que crece el deseo de recibir, aparece un problema como invitación del Creador para ascender y determinar Su singularidad en el grado superior. Por eso, vivimos de un problema a otro, de una decepción a otra, del miedo al asombro. Pero es aquí donde debemos ver la benevolencia del Creador, no nos abandona, nos ayuda a avanzar.
Esto le sucede al pueblo de Israel en general y a todo el que avanza al estado totalmente corregido. Durante el descenso tenemos oportunidad de pedirle ayuda al Creador. Resulta que el descenso es un estado en el que el Creador nos invita a acercarnos, a superar las confusiones y disturbios destinados a separarnos del Creador. Si sin importar los problemas, decimos que vienen del Creador para que podamos pedirle ayuda para superarlos y unirnos a Él aún más, las perturbaciones se convierten en medios de conexión, en el pegamento con el que nos adherimos al Creador.
Resulta que el problema fue la ayuda que nos llevó a una petición, en respuesta a la cual recibimos del Creador fuerza de otorgamiento, fe por encima de la razón, por encima del problema. Así se avanza. Por eso, nuestro trabajo es alegrarnos de los disturbios, verlos como oportunidad para pedirle al Creador que nos acerque a Él.1
De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 24/ago/19, “No hay nada más que Él”
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