En cada paso, antes de cada corrección, debemos sentir nuestra deficiencia. Todos emanamos del pecado de Adam HaRishón, de la ruptura. Como si estuviéramos conduciendo un automóvil y de pronto se fragmentara en pedazos: las ruedas y el volante cayeran, la maquinaria se rompiera. No sólo se rompen, se caen hechos pedazos. En lugar de un automóvil, terminas con una pila de escombros.
Y ahora necesitamos revisar cada pieza y averiguar cómo ensamblarlas una vez más. Revisamos cada parte con la intención de otorgar, es decir, si está dispuesta a conectarse con otras partes y convertirse en un automóvil funcional una vez más. Con las partes que están dispuestas, comenzamos a ensamblar el auto, revisando qué se ajusta y qué no y cómo puede todo ser ensamblado. Este es nuestro trabajo práctico.
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De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 9/nov/21, Baal HaSulam, Shamati 54 «El propósito del trabajo-1»
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