Unidad de Corazones

Pregunta: durante la Convención, ¿cómo podremos compaginar el ataque interno con el cuidado de los recién llegados y del mundo entero?

Respuesta: En primer lugar, no me voy a centrar en el mundo entero sino en los participantes de la Convención. Cada persona que esté allí, y cuyo corazón se encuentre también allí, participa en el congreso, junto a nosotros.

La Convención es la asamblea de todos los corazones que están listos para unirse, con el fin de alcanzar la equivalencia de forma con el Creador. Estamos creando y conectando deseos, para llegar a ser semejantes al Creador, es decir, para revelarLE.

Todos nuestros deseos tienen como objetivo unirse en uno solo a fin de alcanzar el otorgamiento mutuo. En ese otorgamiento, revelamos la Luz Superior, el Creador, de acuerdo a la ley de la equivalencia de forma.

Estoy pensando sólo en las personas que van a tomar parte en la convención . Incluso si alguien participa sólo un poco, como un niño, formará, sin embargo, parte de ella. Mientras, el resto del mundo se mantiene fuera de mi campo de visión.

Por supuesto, vamos a difundir información a través de los medios de comunicación pero, sólo voy a sentir a los que quieren ser parte de esta misión. La Convención es un acto de difusión interna entre nosotros. Es nuestra interconexión, nuestra alianza, nuestra garantía mutua, la recepción de la Torá. No hacemos ni sostenemos todo esto con el fin de decir algo al mundo sino que dirigimos nuestras acciones hacia el interior y, no nos disipamos prestando atención a la externalidad.

Durante la convención nos enfrentaremos a nuestra tarea común, como si nos encontráramos alrededor del Monte Sinaí. Esa tarea es la unidad. Una «tribu de esclavos» sale de Egipto y escapa en la oscuridad, ahora no saben ni entienden nada. Ni siquiera saben hacia dónde correr. En lugar de honor, hay una huída; en vez de confianza, miedo e impotencia. Sin embargo, esta sensación es correcta y buena.

Después de eso, llegan al Monte Sinaí, la revelación del odio, y toman la decisión de atacar; de apretar el paso y empezar a alejarse de él, porque no tienen otra manera de avanzar. La persona no tiene salida; tiene que decidir aquí y ahora y, desear que suceda. Cada persona tiene que desearlo con todo su ser. ¿Cómo hacerlo realidad? No es mi problema. El Creador completará lo que yo empecé pero, tengo que demandarlo.

Aunque, en el fondo de mi corazón, no esté de acuerdo con ello, o incluso si estoy asustado, aún así, gritaré como un niño; como si realmente no pudiera sobrevivir sin la garantía mutua.

(24895 – De la lección del 22 de octubre 2010 –  Escritos del Rabash.)

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