¿Nos podemos elevar de la percepción del corazón de piedra?

laitman_2008-12-24_8202_wEl Zóhar: Se sabe que hay Mundo, Año y Alma en todo. En el corazón de piedra (Lev HaEven), también, hay Mundo, Año y Alma. Mundo es la serpiente primordial (Nahash Kadmoni) que Samel cabalgaba, Año, el noveno de Av y alma, el tendón de la cadera (Gid HaNasheh).

El Zóhar nos dice que existen dos formar de percibir la realidad que sentimos. Está la percepción “para uno mismo”, en donde uno siente un “año, mundo y alma” egoístas que pertenecen al corazón de piedra (Lev HaEven). Existe también el “mundo, año y alma” altruistas, en donde la percepción que uno tiene de la realidad está dirigida en la dirección opuesta, lejos de uno. Uno percibe a través del otorgamiento y no en la recepción y por lo tanto uno percibe el “Mundo, Año y Alma” Superior, porque se percibe a través del otorgamiento (santidad).

¿Cuál es la diferencia entre la percepción de la realidad por medio de la absorción y la recepción, cuando uno separa la percepción en mundo, año y alma, y la percepción de la realidad por medio del otorgamiento, cuando uno también separa la percepción en mundo, año y alma? Existe, de hecho, una gran diferencia entre esas sensaciones, porque al absorber en uno mismo, se está limitando y siente que existe en las fronteras rígidas del tiempo. Siente que vive y muere; siente sufrimiento y problemas. Constantemente desea llenarse, pero este llenado se desvanece de inmediato. Toda la existencia de uno en estos límites egoístas de “mundo, año y alma” se lleva a cabo en la recepción, en el corazón de piedra (Lev HaEven), en la absorción “dentro de uno mismo”. Sin embargo, a pesar del sufrimiento, está forzado a continuar existiendo de esta manera porque el ambiente lo condiciona y es así cómo tiene que vivir. El ambiente obliga a la persona a luchar para lograr la absorción egoísta, y uno está obligado a escucharlo y así matarse.

Sin embargo, es posible percibir una realidad diferente, a través del otorgamiento, saliendo de uno mismo. Allí, “mundo, año y alma” son dimensiones infinitas, no limitado por las consideraciones de cómo una persona puede llenarse. Uno siente el mundo espiritual, la eternidad y la perfección.

(Extracto de la lección vespertina de El Libro del Zóhar, correspondiente al 23 de diciembre 2009.)

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