Leer es una revelación

El Zóhar, capítulo «VaYakhel» (Y Moisés convocó), ítem 226: Está prohibido leer en el libro de la Torá, sino que solamente uno, solo, y todos los demás escuchan y guardan silencio de tal manera que él escuche sus palabras como si las acabara de recibir del Monte Sinaí. Y por encima del que está leyendo la Torá debe haber uno que esté por encima de él, ascendiendo hacia la Torá, y guardando silencio de forma que sólo uno de los que hablan sea escuchado y no dos.

Uno no debe olvidar que hablamos de una persona. El que lee la Tora y el que la escucha, la nación, el Creador y la criatura, la montaña y el pilar cerca el cual el pueblo está orando, todas esas propiedades existen en la persona. Todos esos son sus estados internos. Tenemos que reconocerlos dentro de nosotros y encontrar con qué se relaciona exactamente cada palabra o propiedad.

Estamos tratando con la revelación de la naturaleza superior a la criatura de acuerdo con la similitud de propiedades, en el grado de correcciones que experimenta. Leer significa revelación.

Si una persona es incapaz de imaginar el estado verdadero, es mejor no imaginar nada. De otra manera comenzará a hacerse una imagen corporal: Cómo sacaron ellos el libro de la Torá de su cubierta, lo llevaron a la plataforma elevada donde se lee la Torá, y comenzaron a leerlo. Eso es todo. Sin embargo, esto no es de lo que está hablando El Zóhar.

Es verdad, esos son todos símbolos reflejados en la corporalidad. Sin embargo, a partir de ellos la persona tiene que elevarse a la forma original. En lugar del mundo imaginario que se nos revela ahora, necesita revelar el mundo verdadero: el deseo corregido de recibir placer en todas sus partes que se manifiesta de alguna forma, así como el libro de la Torá, la revelación de la Luz dentro del deseo.

Nuestro deseo cambia constantemente. Es similar a las letras constantemente volando y revelándose, mientras que los signos vocales (Taamin, Nekudot, y Tagin) llenan las letras. De esta manera la persona revela la Luz dentro de la vasija o deseo. A esto se le llama leer el libro de la Torá, acerca de lo cual se dice que la persona tiene que escribir el libro de la Torá en su corazón. El corazón es todos sus deseos.

Entonces todos mis deseos, todas mis propiedades, y todo lo que existe dentro de mí se convertirá en las letras de la Torá. Cuando quiero organizarlas correctamente, lleno esas letras con «sabores» (Taamim), «puntos (Nekudot),» y «coronas (Tagin)«. Entonces tengo el texto del libro de la Torá, el cual vivo y siento en mí mismo. Esto es mi vida espiritual. La persona en sí se convierte en el flujo del texto de la Torá. Ninguna persona está separada de la Torá, o separada de las letras de la Torá. Toda ella es la persona misma.

(53173 – De la 2º parte de la lección diaria de Cabalá del 8/31/2011, El Zóhar)

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