A salvo como en los brazos de una madre

Dr. Michael LaitmanLa solución está en nuestra incorporación mutua. Nos conectamos no sólo entre nosotros, con aquellos que están físicamente en la convención sino con todos los amigos alrededor del mundo que están conectados a nosotros virtualmente. El deseo de las mujeres está incorporado en nosotros y en adición a eso todos los cabalistas de todas las épocas que operaron en nuestro nivel están participando en nuestras acciones y continúan operando incluso ahora.

Después de todo, nada desaparece en la espiritualidad; todas las fuerzas continúan operando dentro del sistema eterno general. Sentirán cómo están detrás de nosotros apoyándonos de una forma absolutamente real, y comparado con eso nuestro mundo es sólo una oportunidad de llegar a conocer esta realidad.

Entonces todo surge de la incorporación mutua. Cuando una persona desea ser incorporado en otros y absorber sus deseos, sentirá internamente que existe una gran red de conexiones. Él tiene que sentir todos los niveles, todas las fuerzas, todas las almas que operaron en esta red en el pasado y operan en esta ahora.

De ahí extraemos todos nuestros poderes, somos como bebés que sólo necesitan desahogarse y llorar, y a partir de este pequeño llanto, justo como para un bebé, toda la red comienza a operar. Los “adultos” ya saben cómo atendernos y qué poderes transmitirnos, cómo reforzarnos, y cómo cuidar de nosotros. No hay duda de que harán su trabajo.

Esto es llamado elevar el MAN, una plegaria, la cual puedo elevar de acuerdo a mi nivel. Le pido al superior que haga este trabajo, pero tengo que mostrarle que soy leal a Él, lo cual significa que me coloco en Sus manos como un bebé que se encuentra en los brazos de su madre y no se preocupa por nada. Él sabe que está en el lugar más seguro posible. No hay nada más seguro que estar en los brazos de una madre.

De la misma manera, tenemos que contar con el poder de los cabalistas que harán todo el trabajo. Claramente nosotros no tenemos el poder para hacerlo. Es sólo mediante nuestra dedicación y conexión que probamos que nos sometemos totalmente a la fuerza superior para que esta cuide de nosotros.
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(De la Convención de Aravá 17 de enero del 2013, Lección 1)

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