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La humanidad es una gran vasija, una sola alma, llamada Adam HaRishón. Para ser corregida fue dividida en dos: Israel y las naciones del mundo. No podemos corregirlo todo de una vez porque hay algunas capas muy profundas que la Luz no puede alcanzar de inmediato.

La corrección comienza con lo más fácil y avanza hacia lo más difícil. Por eso, primero se corrige la capa superior, la más ligera, como se dice sobre Israel, es «pequeño entre las naciones», es decir tiene el deseo de disfrutar más ligero. En las naciones del mundo, el deseo es mucho más intenso, aparecerá cuando empiecen a despertar.

Cada individuo que recibe el despertar hacia la espiritualidad, en nuestros días, es parte del alma común llamada Israel (Yashar Kel), directo al Creador. Debe apurar su corrección porque su trabajo principal es ayudar a los otros deseos, las naciones del mundo.

Israel canaliza la Luz que reforma a través de su unidad. Así, las naciones del mundo despiertan y empiezan su corrección, exigen más luz de Israel hasta que todos se unan en una sola alma, como está escrito: «Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones». Israel debe corregirse a sí misma para poder corregir a la humanidad.1

La antigua Babilonia fue llamada la «generación de la discordia». Este fue el momento en que el alma común de Adam HaRishón se dividió en dos: Galgalta VeEinaim (GE) y Awzen, Hotem, Peh (AHP), cabeza y cuerpo del deseo, Israel y las naciones del mundo. La sociedad babilónica se dividió en esos dos campos.

Se dice que fue la generación que inició el declive de la humanidad. Antes de ese tiempo, no existía el deseo egoísta que necesitaba corrección. Desde entonces, la parte llamada Israel tiene la obligación de cambiar su deseo egoísta por uno altruista.

Esa fue la generación de Abraham. Abraham es la fuerza que dividió a la humanidad en dos partes cuando dijo: «¿Quién es para el Creador, únase a mí!» y «El amor cubrirá todos los crímenes».

Antes de eso, el deseo de disfrutar era tan pequeño en la gente que los babilonios sentían intuitivamente cuál era su comportamiento correcto y naturalmente, lo siguieron. Hablaban el mismo idioma y vivían como una sola familia.

Pero en la época de Abraham, el deseo de disfrutar creció, rompieron los ídolos viejos, pero no sabían qué hacer con su ego. Se dice que Abraham derrotó a los ídolos, pero, de hecho, fue un proceso completo que tuvo lugar con toda la gente. No sabían cómo seguir viviendo, por lo que parte de la nación siguió a Nemrod que con su método egoísta de corrección, los llamó a cumplir el “sueño americano”. Y la otra parte siguió a Abraham, quien los llevó a convertirse en Israel, a aspirar al Creador.

Adorar al Creador es seguir la fuerza de conexión. Todos los mandamientos apuntan a la conexión dentro de la decena, a convertirnos de diez en uno, un grupo, un entendimiento. Esta es la esencia, el significado y el propósito de los mandamientos, pues necesitamos corregir la vasija rota.2

De Adam a Abraham, la humanidad siguió desarrollándose, su deseo de disfrutar creció. Dentro del hombre, que seguía siendo un animal, empezaron a surgir cualidades humanas, es decir, ego. Comenzó a separarse del resto de la gente: su esposa, hijos, su propia casa, posesiones, trabajo, propiedad, comercio.

Todos se sintieron cada vez más distantes, hasta el punto de comenzar a luchar entre ellos y creer en diferentes ídolos, es decir, diferentes fuerzas. Un ídolo no es una simple estatua ante la que te inclinas; hay una profunda filosofía interna que la respalda. Está activo hasta el día de hoy y vemos que aún hay una gran separación entre las religiones, cada una adora a su propio símbolo. Toda esta rotura comenzó en la antigua Babilonia.

El deseo de disfrutar sigue creciendo paso a paso, causa ciertas consecuencias: Shoresh de Shoresh, Alef de Shoresh, Bet de Shoresh, Gimel de Shoresh, Dalet de Shoresh (0-0, 1-0, 2-0, 3-0, 4-0). El desarrollo en el nivel cero llegó a su fin y el nivel 1 comenzó: 0-1, 1-1, 2-1, etc. El deseo siguió creciendo hasta que Galgalta VeEinaim dejó de desarrollarse y como consecuencia, Abraham apareció.

Abraham es la conexión de Biná y Maljut. Y, él puede ser el padre de la nación, es decir, darle a Maljut la calidad de Biná. Por eso, Abraham rompió los ídolos para mostrar que es Biná, cualidad de otorgamiento, lo que se debe adorar en lugar de Maljut, recepción. El otorgamiento se convierte en nuestro Dios, es la diferencia entre Abraham y Nemrod.

Fue ideológico. Sólo hay diez Sefirot, Galgalta VeEinaim y AHP, la relación entre la vasija rota y el trabajo hacia la corrección.3

Abraham fue el primero que creó el vínculo entre Biná y Maljut. Elevó su Maljut a Biná en 40 años, durante los cuales comenzó a alcanzar al Creador, la cualidad de otorgamiento, Biná. Así se creó su metodología y comenzó a enseñarla a otros.

Se dice que «el mundo está en tres pilares: la Torá, el trabajo espiritual y la bondad». El orden es: Abraham, Isaac y Jacob. Abraham es Jesed, amabilidad, la Luz de Jasadim, la Luz que reforma, nuestra preparación para el trabajo. El trabajo es Isaac, Gevurá, fuerza. Con ese trabajo llegamos a Jacob-Torá-Tiferet. Es el proceso que debemos seguir.

Llega la Luz, trabajamos en nuestra conexión y revelamos al Creador en nuestra unidad.

Los «tres pilares sobre los que se apoya el mundo» son Abraham, Isaac y Jacob. Abraham es Jesed, un hombre de bondad que se esforzó por hacer que la gente fuera amable. Isaac es el pilar del trabajo que se puso en el «altar del sacrificio»; es decir, se sacrificó por el trabajo, la fuerza. El altar del sacrificio se refiere a nuestro deseo de disfrutar en el que seguimos trabajando mientras lo sacrificamos, queriendo cambiarlo por el deseo de otorgar.

Jacob se llama «el hombre de la Torá«. La Torá es la línea media a la que llegamos con el trabajo duro contra nuestro ego, con la fuerza de Abraham, que significa, debido al trabajo de Isaac, la fuerza (superación). Todo el sufrimiento de Jacob representa la lucha con la inclinación al mal.

El orden del trabajo:

  1. Recibimos fuerza de arriba llamada Abraham.
  2. Trabajamos arduamente en nuestro deseo de disfrutar esa fuerza para organizarla correctamente; esto se llama trabajo de Isaac.
  3. Luego llegamos a la línea media, a la conexión entre la cualidad de la Luz, la intención de otorgar, la cualidad del deseo y todo se fusiona en la línea media llamada Jacob.5

De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 15/ene/20, «La misión de Israel hacia la humanidad»

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