El Creador nos lleva al lugar donde nosotros podamos alcanzar la meta. Todo lo que necesitamos hacer es una corrección menor. Es como cuando yo tengo ese gran auto que está completamente bien excepto por algún minúsculo tornillo. Yo solamente necesito girarlo una media vuelta y el motor se pondrá en marcha, el auto comenzará a avanzar.
Sin embargo, sin esta media vuelta, nada sucederá. Quizás yo necesite insertar la llave de seguridad dentro de la cadena eléctrica, en el encendido del motor. ¡Eso es todo lo que se requiere de mi, nada más! Yo no necesito aprender sobre el motor y acerca de todo el gran auto. Yo tan sólo necesito conocer precisamente dónde insertar esta chispa de ignición ahora.
El Creador me lleva a mí directamente a ese lugar y me lo muestra. Él adapta mis sentimientos y mi mente con precisión, demostrándome lo mal que yo me sentí antes y lo bien que me siento ahora. Yo siento todo esto dentro de mí, en mi deseo.
Y ahora, cuando tengo la dirección yo necesito hacer una elección. Puedo simplemente huir de un mal lugar a uno bueno, pero esto no será de acuerdo a mi libre elección, sólo será de acuerdo a la naturaleza. Todos, cualquier animal o persona, el más inteligente como el más estúpido, harían lo mismo y escaparían de una mala vida hacia una buena vida. Después de todo, nuestra materia es el deseo de recibir placer.
Por lo tanto, yo debo construir mi libre elección por encima de mi naturaleza. Yo necesito elevarme por encima de mi sensación de modo que mi movimiento sea por el bien del placer del Creador en vez de adquirir una vida placentera. Mi libre albedrío consistirá solo en este punto, en este trabajo. Yo necesito penetrar dentro de este punto tan profundamente como sea posible y no dejar que nada me distraiga de modo que, como resultado, yo reconozca qué significa realmente mi destino.
(63719 – De la 3º parte de la lección diaria de Cabalá del 20 de Diciembre del 2011, «Introducción al TES»)
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