Rabash, Carta N º 8: Y una vez que yo haya adquirido estas vestiduras antes mencionadas, las chispas de amor comienzan rápidamente a brillar dentro de mí. El corazón comienza a anhelar unirse con mis amigos, y me parece que mis ojos ven a mis amigos, mis oídos escuchan sus voces, mi boca les habla a ellos, mis manos los abrazan, mis pies danzan en un círculo en el amor y gozo juntos con ellos, y yo trasciendo mis límites corporales. Me olvido de la gran distancia entre mis amigos y yo, y la tierra extendida por muchos kilómetros no se interpondrá entre nosotros.
Es como si mis amigos estuvieran parados justamente dentro de mi corazón y vieran todo lo que sucede allí, y yo me avergüenzo de mis actos mezquinos contra mis amigos. Entonces, simplemente salgo de las vasijas corporales y me parece que no hay realidad en el mundo, excepto mis amigos y yo. Después de eso, incluso el «yo» se cancela y me sumerjo, me mezclo, en mis amigos, hasta que me paro y declaro que no hay realidad en el mundo, sólo los amigos.
Aspiraciones como ésta llevan a las personas a un estado en el que su último deseo desesperado es el anhelo por la cercanía, construir un mundo en el que puedan existir en otras condiciones de contacto entre ellas. Cuando llegan a un verdadero deseo de este tipo, la Luz lo transforma en una realidad.
Hay muchas personas en el mundo a quienes el poder para el trabajo espiritual no se les ha dado, incluso en su forma más simple, aun de forma egoísta no intencional como preparación. ¡No se le dio! Vemos esto con respecto a miles de millones de personas en el mundo, y nosotros tuvimos el mérito de que el Creador nos diera deseos y pensamientos que nos permiten, al menos en parte, participar en el trabajo espiritual, incluso en el grado más simple.
Si la persona está preparada para apreciar este regalo, entonces, según la medida de importancia que ella le atribuya al trabajo espiritual cuando construye un mundo nuevo (en este caso sólo cambian las sensaciones entre nosotros), en esa medida, ella tiene que agradecerle al Creador.
Ustedes ven, la verdad es que nosotros no estamos preparados para apreciar la importancia del hecho de que a veces se nos permite incluso que hagamos la más pequeña acción espiritual. Por lo tanto, la persona siente grandeza y felicidad en su corazón y alaba al Creador a quien ella sirve y agradece y, en consecuencia, se eleva aún más.
La persona debe atesorar la oportunidad que se le da de servirle al Creador y realizar Su voluntad.
La «voluntad del Creador» significa que la persona construye un modelo del mundo superior a partir de sus relaciones con otras personas.
De la misma forma en que juegan los niños como si fueran adultos, las niñas juegan con muñecas y los niños con los coches o a la guerra, así también nosotros debemos jugar, entonces maduramos.
En nuestro mundo, un adulto es el que deja de jugar. Él deja de desarrollarse, de crecer. Esto sucede con nosotros de forma automática, porque primero la naturaleza nos empuja para que crezcamos y, luego, cuando aparece en nosotros la libre elección, la naturaleza ya no nos empuja, y nosotros dejamos de desarrollarnos.
Por lo tanto, aquellas personas que deciden que depende de ellas el seguir desarrollándose, debe seguir jugando esos juegos de la infancia, pero en otro nivel, es decir, construir sus vidas futuras. Ellas simulan lo que imaginan en sus fantasías, discuten entre sí en un grupo, en círculos, y construyen de tal manera que puedan empezar a sentir el mundo al cual están acercándose.
Cuando la persona ve un ejemplo del mundo futuro y construye las relaciones altruistas correctas con sus amigos, pero no tiene éxito, ella pide y exige, entonces le llega la ayuda. Sin embargo, esto sólo ocurre cuando anhela esto realmente. Aquí no ayudará el gritar y llorar únicamente.
(114613 – Desde la Convención en St. Petersburgo «día tres» del 7/14/13, Lección 6)
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