De la autosuficiencia a la especialización

Con cada día que pasa sentimos más y más que vivimos en un mundo muy complejo e interdependiente. Es por eso que hablamos de la ley que nos afecta y nos entrelaza a todos juntos, y esta ley es llamada la garantía mutua.

A primera vista esta ley parece incumbirle más a los gobiernos y a las grandes corporaciones ¿Pero se aplica también a las personas normales? Resulta que si, y año tras año sentimos esta verdad más fuertemente. Por ejemplo, si hay una falla en uno de los bancos europeos o americanos, sus consecuencias se sienten en todos los países, y especialmente en, digamos, China, que vende ahí todo lo que produce. Y esto, a su vez, impacta a medio mundo. En otras palabras, nos hemos vuelto tan completamente entrelazados por el comercio, la economía, y las finanzas que percibimos esas cosas como una amenaza a nuestra existencia. En realidad, estas determinan la disponibilidad de comida, ropa, energía para proporcionar calefacción a las casas, el funcionamiento de compañías farmacéuticas internacionales, etc.

Hoy en día no existe un solo país en el mundo que satisfaga todas sus necesidades, mientras que incluso hace 100 años todos los países eran casi completamente autosuficientes. Todo cambió cuando la India se volvió una colonia británica, y los ingleses decidieron que sería más fácil importar frutas y vegetales de la India mediante el canal de Suez, en vez de cultivar ellos mismos el producto. En su lugar comenzaron a desarrollar su industria. Con el tiempo las personas comenzaron a caer en cuenta que esa especialización, en la que cada uno produce sólo ciertos bienes, era lo que debía hacerse.

En contraste, en el pasado, cada fábrica individual manufacturaba absolutamente todo, comenzando con el tornillo más pequeño y terminando con toda la máquina y sus componentes (motor, cableado eléctrico, etc.) Más aun, la misma planta también utilizaba pequeños generadores para proporcionar electricidad. Todos esos procesos tenían lugar en la misma planta. Pero después comenzó la división del trabajo: una planta producía clavos, otra producía tornillos, otra más los componentes eléctricos, etc. Y hoy en día todas las fábricas automotrices reciben sus suministros de muchos países diferentes.

En años recientes esta tendencia fue llevada incluso más lejos. En lugar de desarrollar la industria en su propio territorio, Japón comenzó a construir fábricas en Europa y América, sus mercados más grandes. Japón continúa dirigiendo la producción desde fuera; más aun, en vez de dirigirlas directamente, Japón lo hace mediante sus representantes, que son contratados justo ahí donde se ubica la fábrica.

Así, todo se mezcló tanto que ya no puedes decir quién produce qué. El territorio de un país contiene fábricas y gasolineras que en realidad le pertenecen a otro país. Existen corporaciones con dueños en varios países, cada uno de los cuales tiene su parte. Las economías de muchos países tienen inversionistas extranjeros, y los gobiernos locales no interfieren ya que les conviene. Sus ciudadanos obtienen trabajos, y todos están felices.

Y pensamos que todo podría continuar desarrollándose en esta dirección….. 

(Desde Kab.tv de «Una nueva vida», episodio # 5 del 2 de Enero  del 2012)

Material Relacionado:

Avivando la llama de la garantía mutua
La nueva realidad no es una utopía, sino una ley de la naturaleza
Avivando la llama de la garantía mutua

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *