Del naturalismo al politeísmo

La persona no conoce el mundo en el que vive. De hecho, él pertenece a la naturaleza que lo lanza de un estado a otro. Durante su corta vida de varias décadas no tiene el tiempo suficiente para darse cuenta de lo que está pasando. Curiosamente, hace unos 150 años, la esperanza de vida del hombre no era de 70 años, sino de 40.

A pesar de haberse casi duplicado nuestra esperanza de vida, todavía no comprendemos la esencia de la vida. La humanidad aun no sabe qué está buscando ni dónde encontrarlo. El sentido de la vida sigue siendo ambiguo. ¿Cuándo comienza la vida y hacia dónde nos lleva? ¿Hay un propósito para ella? ¿Qué es lo que sucede con nosotros? Las respuestas son vagas.

Las personas están sujetas a la fuerza de la naturaleza. Nadie recibe un libro con revelaciones desde lo Alto. Todos revelaremos lo que existe dentro de nuestro mundo. Las revelaciones que hacemos construyen nuestra comprensión y conocimiento de la realidad.

A excepción de la sustancia de la que estamos hechos y de nuestros cinco sentidos, el ser humano posee una capacidad inherente para descubrir algo más grande. Sin embargo, todo está en potencia, y en la realidad construimos nuestra actitud ante la vida y la naturaleza sobre la base de lo que vemos. Así fueron creadas las simples teorías de la creación. Ellas están condicionadas por nuestra vida en este mundo.

En primer lugar, el hombre percibió el mundo como si fuera natural. El observó la naturaleza como un todo, como una imagen completa en la que todas las partes están interconectadas. Por lo tanto, se sintió cercano a la naturaleza. Es un enfoque antiguo que fue completamente claro, ya que todo era evidente y revelado.

Más tarde, la gente comenzó a ordenar los fenómenos naturales dentro de lo «bueno» y lo «malo». El hombre llegó a ser más egoísta, y dejó de sentirse a sí mismo como una parte integral de la naturaleza. Él descubrió que la naturaleza tenía varias limitaciones que parecían positivas o negativas. Ordenó los elementos que lo influían en «benéficos» y «perjudiciales» y así creó las nociones de las fuerzas del bien y del mal.

Al principio hubo una oposición general del bien y del mal, que más tarde comenzó a dividirse en numerosas fuerzas independientes hasta que se crearon las asambleas y panteones de dioses. Por lo tanto, nuestro ego nos distanció de la naturaleza unificada aún más.

(63337 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 12/16/2011, «La Paz»)

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