Descubre la bondad del Creador, no sus regalos

El Creador no se esconde de nosotros; sino que es nuestro ego el que lo esconde. Nuestra naturaleza contraria es lo que nos separa de Él. Entonces, ¿cómo podemos tomar la forma del Creador? ¿Cómo podemos alcanzarlo de acuerdo a la ley de equivalencia de forma? ¿Cómo podemos descubrir y saber que Él está en nosotros?

Con el fin de hacer eso, tenemos que realizar ciertas acciones. ¿Quién realiza estas acciones, nosotros o él? Probablemente exista una necesidad de cooperación aquí. Nosotros no podemos avanzar sin la Luz Superior. Al sacudirnos, esta exige nuestra cooperación, que es llamada «libre albedrío». Esta cooperación es todo nuestro trabajo. No hay ninguna restricción aquí. Está abierta a todos y se lleva a cabo por medio del estudio correcto de los libros cabalísticos.

Estas fuentes pueden ser el «elixir de vida» o la «poción de muerte». Todo depende de nuestro enfoque.

  • Si tengo la intención de descubrir mi inclinación al mal y corregirla, podré tener éxito, y la sabiduría de la Cabalá será el «elixir de vida» para mí. Descubriré «la muerte», mi ego dentro de mí y desearé corregirlo a fin de llegar a la vida.
  • Pero si estudio para alcanzar logros egoístas, si estoy en busca de conocimiento, poder, respeto, control, etc.; entonces el estudio no hace sino reforzar el egoísmo en mí y mi éxito será opuesto al otorgamiento y ni siquiera seré consciente de ello. Este tipo de estudio se convierte en la «poción de muerte».

 Así nosotros pasamos por las etapas del ocultamiento del Creador. El ocultamiento se divide en ocultamiento simple y ocultamiento doble; la primera revelación nos revela el gobierno como recompensa y castigo y luego la revelación de Su eterna Providencia.

En realidad, todo depende de mis deseos, de mis vasijas. Con respecto al Creador, no hay restricciones. Él no se esconde ni se oculta. Son mis deseos, mis vasijas las que lo ocultan, y si yo trabajo con ellos de la manera adecuada, estos son corregidos gradualmente y de acuerdo a su corrección, yo descubro al Creador. De una forma u otra, yo soy el que lo esconde a Él de mí mismo.

En nuestro mundo, también descubrimos muchos fenómenos que no notamos en un principio: diferentes tipos de comidas, de arte y cultura, y diferentes tipos de animales. Estas cosas estuvieron allí todo el tiempo, pero no para nosotros.

Con el tiempo nosotros percibimos más, gracias a nuestro desarrollo emocional e intelectual bajo la influencia del entorno, lo que eleva la importancia de las cosas ante nuestros ojos, evocándonos la pasión, la ambición y la vanidad, y obligándonos a prestar atención a cosas que antes no tenían ninguna importancia para nosotros. Todo el mundo dice que eso es importante; yo estoy impresionado y entro en los deseos de otra persona. Esto es suficiente para volverme más atento: así descubro nuevos deseos, nuevos vasijas, y salgo del ocultamiento en lo que respecta  a un determinado fenómeno.

Es lo mismo cuando se trata de la sabiduría de la Cabalá y el Creador. Es el mismo principio también en este caso: yo soy un egoísta, y no me importa nada más que mis requisitos «bestiales» de todos los días. Así que, si quiero algo más sublime, tengo que entrar en el entorno adecuado que me estimula y me guía hacia cosas más grandes.

Por lo tanto, todo depende de la corrección de mis deseos. Inicialmente, el fenómeno no existe para mí y está en ocultamiento completo. Entonces empiezo a descubrir un cierto deseo, un anhelo por ello, hasta que el ocultamiento se hace más débil, y puedo descubrir algo nuevo.

En el camino espiritual yo busco al Creador, pero no como una fuente de placeres; yo quiero descubrir Su actitud hacia mí, porque Él quiere revelar que Él es el bueno y benévolo. La cuestión no está en lo que yo reciba de Él, sino que lo que es importante para Él, es que yo descubra Su actitud hacia mí, y que vea Su bondad absoluta, sea impresionado por ella, y llenado por esta actitud. Así, Él me «compra».

Así que todas las cuatro fases de ocultamiento y revelación en realidad se refieren a la actitud buena e inmutable del Creador, que poco a poco se revela de acuerdo a mis deseos. Cuando descubro la buena actitud de Su parte, veo que esta existía antes, sólo que yo no la sentía ni la entendía debido a mi corrupción.

 Así que también ahora, cuando no veo la bondad del Creador en todo, yo que tengo que evaluar el ocultamiento: Incluso si no presto atención a su bondad en ciertas cosas, ¿puede ser que Él se encuentre allí también? ¿Tal vez sea mi culpa el hecho de que no pueda ver Su bondad?

(66692 – De la 3º parte de la lección diaria de Cabalá del 17 de Diciembre del 2012, «El Estudio de las Diez Sefirot»)

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