Desde el egoísmo

Estamos hechos de deseo de recibir, del egoísmo, que sólo procura el bien propio. Pero esta fuerza que existe en mí y se preocupa por sí misma, no soy yo; es una fuerza extraña que existe en el cuerpo. No lo entendemos y nos identificamos con eso porque nacimos y crecimos con ello.

Así que, no puedo siquiera imaginar que mi deseo egoísta no sea realmente mío. Puedo sobreponerme o separarme de él y sentirlo como un extraño que existe fuera de mí. Ésto se conoce como la fuerza del Faraón sobre el hombre. Si descubro que el egoísmo está fuera de mí, significa que revelo al Faraón.

Si construyo el amor por los amigos dentro del grupo y a través de este intento atraer la Luz circundante, entonces ésta Luz me influye y me retira del deseo de disfrutar. Entonces, siento que esta fuerza está separada, que no es mía. Sólo me gobernaba tanto que pensaba que era yo.  

Gradualmente, me doy cuenta que el egoísmo no soy yo, pero que fue tan astuto e insidioso, que se metió en mí y tomó control de cada uno de mis deseos y pensamientos, de mi corazón y de mi mente. Gobernó todo, pero ahora veo que gradualmente me puedo liberar, alejar y mantenerlo afuera.  

Quiero estar en territorio neutral, no bajo su gobierno. Siento que determina lo que pienso y lo que quiero. ¡Y no estoy de acuerdo con ésto! Quiero que me gobierne una fuerza distinta —la fuerza de otorgamiento, la fuerza del Creador. Estas dos fuerzas son opuestas entre sí.  

Pero, ¿cómo puedo hacerlo? Veo que el deseo egoísta me está llevando a la tumba. Sólo observa lo que está pasando con el mundo, a dónde está yendo. Ya todos están empezando a entender a dónde nos está empujando la naturaleza egoísta.

Por lo tanto, necesito la Luz que reforma, la fuerza de la Torá que me separará de mi deseo de disfrutar. Empezaré a sentir que este deseo es el mal y que puedo salir de él. Tuve “siete años de excesos” (“siete años de saciedad”), cuando gocé mi deseo de disfrutar, el fruto de su desarrollo en una forma capitalista, egoísta y todas las bendiciones del progreso. Sin embargo, ahora descubrimos que el deseo egoísta no nos llevará al bien. Resulta que esta fuerza es mala. Entonces, es necesario decidir qué hacer. La gente con un punto en el corazón, orientado hacia la fuerza superior, que desea revelar al Creador, la fuerza superior, la esencia de la vida y su propósito, tiene una dirección en la vida y está lista para llevarla a cabo.

Desde arriba son llevados a un grupo, al lugar de su realización correcta y el objetivo de una persona es elegir este buen destino y despertar la Luz que reforma a través del grupo. Sólo con la ayuda de la Luz, puede una persona empezar a separarse de su egoísmo, que lo hunde y empezar a sentirlo como la fuerza de alguien, el poder del Faraón y odiarlo. A pesar de que crecí en la casa del Faraón, al final, me escapo de él.

Podemos hacer todo este trabajo en la decena, cada uno ayudando y apoyando a los demás y dando ejemplo de otorgamiento mutuo. En la medida de nuestros esfuerzos por la unión, atraemos la Luz que reforma, que nos separará del deseo egoísta y nos llevará a un lugar nuevo, bajo la fuerza buena del Creador.  

Por un lado, está el dominio del Faraón, por el otro, el dominio del Creador y estamos parados en el medio, entre ellos. Como resultado, el Faraón se convierte en la línea izquierda, la Luz que reforma en la línea derecha; y en el medio, incluimos estas dos fuerzas.

Tenemos el deseo de disfrutar desde que nacimos, lo tomamos prestado del Faraón, que se conoce como salir con muchas posesiones. Por encima de éste, construimos una restricción, una pantalla y la Luz reflejada, todas las correcciones recibidas de la Luz que reforma; y de esta forma somos liberados.

Por lo tanto, sin la implementación en el grupo, no tenemos en absoluto ninguna oportunidad de seguir este camino. Todo comienza con el rompimiento, el pecado del Árbol del Conocimiento. Cuando Adán le preguntó al Creador: ¿“Comeré con mi burro del mismo plato”? —es decir, seré un burro que sólo disfruta de satisfacer su cuerpo? ¿Y dónde está el hombre en mí?

El Creador responde a ésto: “Espera, habrá un rompimiento, la revelación del mal y entonces ‘mediante el sudor de tu frente, comerás el pan’, es decir, obtendrás sabiduría, revelarás al Creador y te volverás un hombre”.1

El Faraón aparece primero, cuando siento cómo mi egoísmo separa, descubre y se vuelve un extraño. Siento que él y yo no somos lo mismo. El egoísmo es una fuerza ajena que tuvo lugar en mí desde arriba. No obstante está determinado por el Creador, estoy en desacuerdo. Así esta fuerza se llama Faraón. Esto ya es un avance significativo.2

De la primera parte de la lección diaria de Cabalá 13/ene/19, Escritos de Rabash, volumen 1, artículo 2 “Concerniente al amor de los amigos”  (1984),
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